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Chucky Lozano, de 'barrilete cósmico" a dron de Gatusso

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Todas las diabluras del 'Chucky' Lozano ante el Atalanta (1:51)

El mexicano consiguió un doblete, pero tuvo un par de oportunidades más para acrecentar la goleada. (1:51)

LOS ÁNGELES -- La adversidad se ensaña con todos, sólo fortalece a los resilientes. Cuando Hirving Lozano llegó a Nápoles, empezó a tejerse una emboscada accidental e incidentalmente. Este sábado “El Chucky” le arrojó dos granadas letales a los vestigios de ese entrampado.

Su traspaso al Nápoli (42 millones de euros) lo configuró —y lo desfiguró—, ante la fértil ansiedad de los fanáticos, como el mesías de la franquicia. En la precipitación de los alardes, se le comparó con el advenimiento de Diego Armando Maradona. Hasta el mismo semidiós argentino le dio la bendición al atacante mexicano.

Con semejantes escenarios alocados, impulsivos, sin saberlo, las primeras triquiñuelas de esa emboscada, empezaban a engranarse, insisto, accidental e incidentalmente. La voracidad de los excesos y las exageraciones: Barcelona tenía a Messi, la Juventus a Cristiano, y el Nápoli a su versión horrífica, “El Chucky”.

Solicitado por Carlo Ancelotti, llegaba entonces blindado por el ala protectora del entrenador. No había misterios. En el Nápoli serían “El Chucky” y diez más, la reina blanca del ajedrez.

Conflictos internos, malos resultados, sublevación de jugadores, confrontación con la directiva, y Aurelio de Laurentis, con la firma de Damocles, ejecutó el despido del menos culpable, el mismísimo Ancelotti.

Fallida la gestión caballeresca y gentil de Ancelotti, eligen a un palurdo de fuete y flagelo, e irónicamente uno de sus alumnos más queridos: Genaro Gatusso, quien aprendió a jugar al ajedrez cuando coincidió en el Milan con Ancelotti. Cría cuervos…

Para entonces, “Chucky” Lozano había cargado sus fantasías, su comodidad, su feudo, su jacuzzi y su hamaca, desde las canchas de Holanda hasta las canchas de Italia. Renegado, se oponía a pelear pelotas en su media cancha. Lo suyo era ser amamantado por balones y el sudor era la cuota de otros.

No pudo engatusar a Gatusso. El nuevo técnico del Nápoli lo tumbó de la hamaca, lo sacó de su comodidad, de ese confort en el que se había instalado el niño mimado de Nápoli, ungido incluso por la mano generosa de Maradona.

“Chucky” Lozano salió de la alineación. El futbolista, en general, está convencido de que el equivocado siempre es el entrenador. Rechaza el privilegio de la introspección y el martirio de la autocrítica. Pero Gatusso había sido contratado para sacar del confort hedonista a los holgazanes.

Después de perder la titularidad y convertirse en una rémora tóxica en la banca, Lozano seguía rebelándose en los entrenamientos. El 15 de junio de este año, Gatusso lo expulsa de la práctica.

“¿Lozano? Quien está cansado, no tiene ganas, no tiene la mente despejada, puede quedarse en el vestuario. No pasa nada si pierdes un día. Los jugadores saben que quien va al campo, cuando silbo, debe ir a mil. No dejo que nadie arruine un entrenamiento”, crucificó Gatusso al atacante mexicano.

Las alarmas se encendieron en la tienda de los horrores del “Chucky”. Su promotor empezó a enviar videos por toda Europa. Filtró rumores, sobre cómo decenas de equipos, no de Europa, no del mundo, sino del universo, estaban interesados en él, para, obviamente, desacreditar a Gatusso.

Pero Lozano encontró refugio en el santuario familiar. No claudicó. Había soñado con Italia. Se dio cuenta que el ogro no era Gatusso, sino que los gigantescos molinos que amenazaban sus quijotescos sueños, estaban enquistados en su cabeza. Y decidió cambiar.

Lo hizo paulatinamente. Gatusso, tal vez por ese destello generoso que sembró en él Ancelotti cuando era su jugador, ese gesto clemente de nunca perder la fe en el futbolista, pasó de padrastro a padre. El entrenador entendía que ya podía agregarlo a la legión.

Relevante que Lozano, lejos de acomodarse en el diván de la autocompasión, y acurrucarse en el sentimiento de mártir e incomprendido, ante la inmolación pública perpetrada por Gatusso, decidió reinventarse.

La nueva temporada de Italia encontró un “Chucky” Lozano distinto y un Nápoli distinto. El 27 de septiembre, Gatusso festejó hasta con una broma como buscapiés, la exhibición del mexicano ante el Génova.

"A Lozano no le regalo nada. Ahora es un jugador distinto, tiene fuerza en las piernas, ya no se cae al suelo después de un disparo, como hacen los niños y como pasaba antes”, explicó.

Este sábado, “Chucky” marcó dos goles al Atalanta. Uno como depredador del área y el otro con un desplante de talento. El primero pegándole con lo que fuera necesario, y el segundo con la delicadeza de los privilegiados.

Lozano llega a cuatro goles en tres partidos en el torneo, la misma cantidad que marcó la temporada anterior. Gatusso ya lo incluye en sus elogios, y no en sus reproches y lamentos. “Estoy feliz por el doblete de Chucky, pero el gol de Osimhen me hace feliz porque no había marcado hasta ahora y se lo merecía por el trabajo duro que hizo para el equipo”.

Y si las noticias son generosas para el club italiano, Gerardo Martino sabe que al menos tiene una pieza sólida, en un rompecabezas vacío aún, como es la selección mexicana. No sólo por el futbol del “Chucky” Lozano, sino por la forma de ponerse de pie, ante la tremenda caída sufrida desde el pedestal de su soberbia.

El psicólogo argentino José Ingenieros, asegura que “a los hombres perseverantes les pasa lo que a los barriletes (cometas, papalotes), se elevan cuando es mayor el viento que se opone a su ascenso”.

No será, definitivamente, un “barrilete cósmico” como inmortalizó Víctor Hugo Morales a Maradona, a aquel que supuestamente llegaba Lozano a suceder en el Nápoli, pero sin duda, ahora, será el mejor dron de que disponga Genaro Gatusso.