Está claro que las zapatillas para correr son el bien más preciado por cualquier runner. Y no es para menos, ya que son el punto de apoyo en cada zancada. Al mismo tiempo nos protegen de los impactos y gracias a su reactividad nos dan un retorno de esa energía que nos permite impulsarnos mejor en la fase de despegue. Eso sí, no es lo mismo utilizar zapatillas de las denominadas "voladoras" para los días de series de velocidad, que utilizar una zapatilla más pesada y con mayor amortiguación que sueles utilizar para rodajes o fondos más largos o días de carga de kilómetros. Utilizar correctamente las zapatillas te permitirá prevenir lesiones y conseguir tu mejor rendimiento en cada día de entrenamiento.
Tené presente que las fracturas por estrés son muy habituales cuando entrenamos día tras día la misma rutina. Correr por el mismo sitio, con las mismas zapatillas es llevar muchos números para llegar a una de estas lesiones por sobreuso. Incluso si eliges dos modelos muy similares, tus pies trabajarán en condiciones parecidas. Por eso es importante que si tu economía te lo permite puedas elegir entre diferentes marcas y modelos. Esto dará a tus pies y a tu cuerpo la oportunidad de trabajar de forma diferente y disminuir el estrés de cada zona concreta.
Por otro lado al rotar los calzados de acuerdo a cada entrenamiento extenderás su vida útil ya que en los días que no los usas sus materiales recuperan su forma y propiedades originales al 100%. De esta manera, si combinas dos calzados cada uno de estos pares te durarán unos kilómetros más que si los utilizases en cada entrenamiento sin descanso. En otras palabras, termina siendo una buena inversión, tanto desde lo deportivo como desde lo económico.
Aproximadamente, ¿Cada cuánto cambiás tu calzado de running?