Si bien quienes ya están hace tiempo en el mundo del running saben que esto es falso, es muy común esta creencia por parte de quienes se están iniciando. Por lo tanto, aunque algunos no lo crean, este antiguo mito aún genera una práctica tan errada como peligrosa.
El correr sobre abrigados se basa en la idea de que si lo hacemos luego la balanza demostrará que pesamos mucho menos que antes de comenzar el entrenamiento. El gran problema real, más allá de la molesta sensación que causa, es que cuando esto ocurre lo que perdimos es líquido del cuerpo y no grasa, y por lo tanto estamos seriamente deshidratados.
Así, ponemos en juego no sólo nuestro rendimiento deportivo, sino lo que es mucho más importante: nuestra salud. Y como si fue se poco lo hacemos sin ningún sentido, ya que en cuestión de algunas horas nuestro organismo se encargará de hacernos recuperar los líquidos perdidos, y con ellos cada gramo de peso.
Por esto siempre hay que correr con el abrigo justo y necesario, y en este sentido el confort es lo que nos indica cuanta indumentaria debemos llevar según la ocasión. En otras palabras, debemos correr cómodos, sin pasar ni frío ni calor.
Por último debemos recordar siempre que los resultados milagrosos no existen. Lo que se consigue rápido, se pierde de igual manera, y sólo un entrenamiento ordenado, constante y sistemático nos llevará con éxito a nuestro objetivo.
¿Con qué vestimenta haces tu entrenamiento habitual?