Diversos estudios demostraron que ciertos hábitos, puestos en marcha durante las primeras horas del día, pueden significar una dosis extra de energía para el resto de la jornada. En este sentido, un buen desayuno es fundamental. Pero atención, que debes cuidar no solo la cantidad sino también su calidad.
Tu desayuno debe contener buenas dosis de vitaminas B, complejo imprescindible para obtener energía de los alimentos. Tampoco descuides las vitaminas C, A y E, que actúan como antioxidantes naturales y ayudan a evitar los efectos de los radicales libres y de las sustancias tóxicas en el organismo. En el caso de la vitamina C, presente en buenas cantidades en el kiwi y en los cítricos, también ayuda en la absorción del hierro, mineral cuya carencia provoca cansancio y fatiga.
Por otro lado, es importante evitar las grasas malas, como las que contienen los productos de panificación industrializados (galletitas, donuts, etc.). No solamente no te proporcionarán energía, sino que además aportan grasas trans, que se adhieren a tus arterias y van reduciendo el flujo de sangre oxigenada, disminuyendo la energía de tus células.
Recuerda que no hay excusas que valgan para no empezar bien el día. Si estás en el grupo de las personas que no tienen hambre por las mañanas, verás que tu apetito se despierta después de los entrenamientos y de una buena ducha. Por lo tanto, si vas a realizar tu rutina bien temprano y con el tiempo justo, bastará con tomar un batido energético hecho con un mix de frutas, evitando los productos lácteos ya que estos son de digestión lenta. Luego, a tu regreso será el turno del desayuno completo. Recuerda que además las personas que comienzan el día de esta forma tienen menos problemas para controlar su peso y regulan mejor su apetito hasta la hora de la siguiente comida.
¿Cuál suele ser tu desayuno?