Si bien es aconsejable evitar consumir leche antes de la actividad física, un vaso de este alimento luego de los entrenamientos puede resultar ideal para recuperación de los tejidos muscular y evitar la fatiga.
Esto se debe a que en primer lugar la leche es una fuente de proteína completa que no requiere ningún tipo de combinación con otra fuente de alimento. Contiene los aminoácidos necesarios para construir, mantener fuertes los músculos y reparar el tejido muscular. Además, las vitaminas y los minerales presentes en la leche son importantes para mantener una buena salud y optimizar el rendimiento deportivo. La mayoría de los productos lácteos contienen vitaminas A, que mantiene el crecimiento de tejido sano, y vitaminas D, que ayudan al cuerpo a utilizar los minerales como el calcio y el fósforo.
Nuestros huesos se también benefician mucho cuando la consumimos, ya que proporciona calcio. La leche además contiene riboflavina y vitamina B12, que ayudan en la producción de energía y el funcionamiento adecuado de los nervios. La vitamina B también previene la anemia y ayuda en la producción de glóbulos rojos. El potasio de la leche protege el corazón y ayuda a mantener la presión arterial y también para la transmisión nerviosa adecuada. También se dice para reducir el riesgo de cánceres como el cáncer de mama y el cáncer de colon.
Pero eso no es todo. La leche es también una buena fuente de hidratos de carbono, que consumidos dentro de los treinta minutos después del ejercicio se transportan a los músculos para su uso inmediato o se almacena como glucógeno para la próxima actividad. Recordemos que si no se consumen hidratos de carbono adecuados después de hacer ejercicio puede conducir a la fatiga y dolor muscular.
Se la puede beber sola al regresar de un entrenamiento, caliente o fría. Pero lo mejor es combinarlas con miel y frutas como bananas, frutillas y duraznos para hacer licuados, ya que de esta forma se logran combos energéticos y multivitamínicos aún más completos.
¿Incluyes leche en tu dieta?