Cuando una persona de vida sedentaria comienza a correr, con el sólo hecho de salir a trotar experimentará una mejora considerable en su forma física. Seguramente esas buenas sensaciones y la pérdida de algunos kilos de más, le produzcan motivación por seguir entrenando, y de esa forma estará dentro del mundo del running.
Pero como sabemos, si una vez que nuestro cuerpo se acostumbra a un estímulo, los progresos se estancan. Entre otras cosas, es por eso que es tan importante contar con una planificación adecuada, una hoja de ruta que nos indique no sólo los días de entrenamiento y descanso, sino además que hacer en cada sesión: distancias, intensidades y tipos de trabajo.
En este sentido, un plan de entrenamiento debe conjugar de forma adecuada días de corridas largas, lentas y continuas, con otros de series y repeticiones. Las primeras se realizan a una velocidad moderada y sirven para enseñarle a nuestro cuerpo y mente a resistir más tiempo corriendo. Utiliza como combustibles a las grasas acumuladas y provocan una baja en el pulso basal de reposo, con lo que nuestro corazón se vuelve más eficaz en su trabajo.
En tanto, las series son fundamentales para mejorar la velocidad y la potencia aeróbica, y por lo tanto para lograr mejores ritmos y marcas al momento de competir. Aquí los trabajos que se pueden realizar son muy variados, y todos tienen objetivos claros. Hay series de corta, media y larga distancia, y tanto los ritmos como los descansos intermedios deben ser respetados correctamente. De hacerlo así, aumentaremos también nuestra eficiencia cardiovascular, y ayudaremos a nuestro organismo a reciclar el ácido láctico, evitando la aparición temprana de fatiga.
Recuerda que una buena planificación, acorde a tu realidad, tus objetivos y posibilidades será una inyección anímica diaria, y además te ayudará a progresar como corredor, evitando lesiones y daños en tu cuerpo.
¿Varias tus tipos de entrenamiento?