En la entrada de ayer hablamos sobre las bondades de entrenar con las primeras luces del amanecer, y de sus beneficios que esto conlleva tanto en los fisiológico como en lo psicológico. Pero si por motivos personales te resulta mejor entrenar por las tardes o noches, no te preocupes, que esto también tiene sus ventajas. Una de ellas está en que el riesgo de sufrir algunas lesiones como desgarros, esguinces o torceduras se reduce, debido a que por las mañanas nuestro cuerpo se encuentra frío después de haber estado varias horas inactivo. Por lo contrario, cuando entrenamos en las últimas horas de la jornada, nuestros músculos y ligamentos ya están más que activos, y de esta forma están naturalmente preparados para ser sometidos a cargas más fuertes.
Por otro lado, hay estudios científicos que concluyen que, contrariamente a lo que muchos piensan, quienes realizan actividades exigentes durante la tarde o noche tienen un mejor descanso nocturno. También nos posibilita realizar nuestras sesiones con una mayor dosis de energía, debido a que si realizamos correctamente las comidas diarias tendremos disponibles los nutrientes aportados por el desayuno, las colaciones, el almuerzo, y tal vez también de la merienda.
¿Qué hora es tu preferida para entrenar?