Las vitaminas liposolubles son aquellas que se diluyen en las grasas y no en el agua, por lo que no sufren pérdidas por ósmosis. Son protegidas contra la oxidación por los cuerpos grasos que las rodean, y son estables ante la cocción. Y contrariamente a lo que ocurre con las vitaminas hidrosolubles, nuestro cuerpo es capaz de almacenarlas. Una de estas es la vitamina A, también conocida como retinol. Se encuentra en vegetales en donde también aparece en su estadío precursor, la provitamina A -o betacaroteno-, que nuestro organismo puede transformar luego en vitamina A.
Como dijimos, nuestro cuerpo puede asimilar las vitaminas A y sus estadíos precursores sólo cuando se combinan con grasas. Por esta razón, entre otras, no hay que eliminar de la dieta a los lípidos, y además es una buena idea combinar las fuentes de vitamina y provitamina A bajas en grasas con algún alimento que contenga grasas, ya que de esa forma obtendrás más beneficios nutricionales. Por ejemplo, si vas a comer zanahorias (ricas en provitamina A) podrías combinarlas en una ensalada con huevos duros, paltas o aguacates, y aceite de oliva.
La vitamina A nos ayuda a proteger la piel, y es componente del pigmento de la retina, por lo que es fundamental para una buena visión. Colabora también con la generación de piel, mucosas y es fundamental para un crecimiento normal. Encuentra estos nutrientes en vegetales de color rojo, amarillo o verde: zanahoria, espinacas, lechugas, col, acelga, berro, perejil, tomates, pimientos, etc. También en alimentos de origen animal como la leche, la yema de huevo, quesos, manteca e hígado.
¿Consumes alimentos que incluyan estas vitaminas?