Si bien no es una costumbre muy difundida, hay quienes suelen hacer ejercicios de fuerza (como abdominales, dominadas o pesas) antes de salir a correr. Sin embargo, esto tiene sus riesgos, por lo que no es del todo aconsejable. El motivo es simple: los músculos están fríos, y esforzándolos podrías lesionarte. Por lo tanto, si buscas mejorar tu running, una buena idea es hacer primero una sesión corriendo y luego los ejercicios de fuerza. De esta manera tus músculos y tendones ya estarán calientes, más elásticos, y listos para ser exigidos con pesas o ejercicios fuertes.
A modo de ejemplo, una rutina puede incluir un calentamiento con un trote suave de unos 15 a 20 minutos, para luego dar paso a los abdominales. Estos ejercicios son muy buenos ya que que fortalecen la zona central del cuerpo, responsable de mantener tu buena técnica al correr, por lo que no debemos dejar de hacerlos.
Después de los abdominales se pueden realizar otros ejercicios de fuerza, como los de pesas. Con 20 minutos, siempre con pocos kilos y muchas repeticiones, tendrás una buena rutina. Idealmente, termina tu sesión con otros 10 minutos corriendo, y para el final deja algo clave: aceleraciones de 50 metros, con zancada bien amplia. Esto te permitirá hacer una correcta transferencia del trabajo de fuerza hacia el running.
¿Cuándo realizas tus entrenamientos de fuerza?