Tal vez no lo parezca, pero la música tiene la capacidad de modificar nuestra zancada, y por lo tanto de convertirse en una ayuda extra al correr. Ocurre que como un acto reflejo, nuestras piernas se ajustan fácilmente al tempo de la música que escuchamos, y así por ejemplo podremos pasar a correr más rápido con determinadas canciones.
Si bien hay quienes prefieren escuchar los sonidos del mundo exterior, también están los que que a través de la música logran concentrarse más y mejor en la rutina de entrenamiento. Pero está claro que la música no solo distrae o entretiene, sino que también tiene una innegable capacidad para estimular, animar y potenciar. Y es justamente por eso que en muchas carreras, como por ejemplo en los triatlones, está prohibido por reglamento el uso de dispositivos MP3 o similares, por ser considerados ayudas externas para los corredores.
Entre los beneficios de correr con música podemos mencionar que esta práctica actúa como barrera contra la monotonía durante un recorrido largo, y así nos estimula en esos momentos en donde tenemos muy pocas ganas de correr. También puede ayudarnos a conectarnos con un entrenamiento específico, y a incrementar la intensidad del ejercicio que estamos realizando. Para los que entrenan solos, correr con música otorga además un sensación de compañía, haciendo las sesiones mucho más dinámicas y menos tediosas.
Entre los detractores de correr con música, están los que aseguran que afecta negativamente la percepción de la velocidad a la que se corre y con ello se hace muy difícil concentrarse y conectarse con la rutina pautada para ese momento. También, especialmente si el volumen de la música es muy alto se produce un aislamiento con el mundo exterior, que impide conversar con otros corredores cuando se entrena en grupo, y a su vez no permite estar atentos a peligros de la calle como bicicletas, vehículos u otros corredores que están compartiendo el lugar.
Y en tu caso ¿prefieres correr con, o sin música?