Como es sabido, cada vez que le quitamos la piel o cáscara a ciertas frutas y hortalizas estamos tirando a la basura la parte de estos alimentos que contienen más vitaminas y fibra, y que por lo tanto podría ayudarnos a mejorar nuestra digestión y mantener una flora intestinal sana y un sistema inmunitario fuerte.
En este sentido, algo que no todo el mundo sabe es que el contenido en vitaminas desciende desde la piel, donde es más alto, hasta el centro de la fruta, en donde se encuentran concentraciones menos altas. Algunos buenos ejemplos de alimentos que consumimos casi siempre pelados y que deberíamos comer con cáscara son las papas, el kiwi (cuya piel aporta grandes cantidades de vitamina E) o las berenjenas, con una piel rica en antioxidantes. Además, la piel de las frutas es especialmente rica en fibra soluble, un nutriente que además de incrementar la sensación de saciedad ayuda en la prevención del estreñimiento y del cáncer de colon.
Con cinco piezas al día entre fruta y verdura, especialmente la que es de temporada porque es la más madura y la que tiene una mayor cantidad de nutrientes, estarás cubriendo las necesidades promedio. Y en cuanto a esto, los especialistas recomiendan consumir las crudas durante el día y las cocidas por la noche, para de esta forma optimizar los aportes de nutrientes y su relación con los requerimientos diarios.
Por último, asegúrate de lavar meticulosamente las frutas y hortalizas antes de comerlas, para así quitar cualquier rastro de químicos y pesticidas a los que puedan haber estado directamente expuesta la piel durante su proceso de cultivo. Para higienizaras, ponla dos o tres minutos bajo el agua corriente, y luego sécalas bien. Y recuerda que antes debes lavarte bien las manos con agua y jabón, al igual que después de haberlas manipulado.
¿La fruta la comes con o sin piel?