Como todos saben, para reducir la cantidad de grasa subcutánea es necesario realizar regularmente ejercicios a intensidad moderada. Pero claro, esto no será suficiente si no acompañas este hábito con una alimentación adecuada. En este sentido, lo primero que debes tener en cuenta es que al ingerir carbohidratos el cuerpo utiliza más glucógeno y se limita la oxidación de grasas. Por lo tanto, si entrenas inmediatamente luego de consumir alimentos ricos en hidratos de carbono, disminuirá la utilización de ácidos grasos por parte de tu organismo, y se quemarán así cantidades menores de grasas.
Además, hay que tener en cuenta que, si ingieres hidratos de carbono de absorción rápida durante el ejercicio, provocarás que se eleven tus niveles de glucógeno sanguíneos. Con esto, conseguirás una mejora en tu rendimiento deportivo, pero no cumplirás con el objetivo de la utilización de ácidos grasos del tejido subcutáneo. Por lo contrario, con una dieta que contenga la cantidad suficiente ácidos grasos sanos (como los provenientes de las paltas o aguacates, semillas, y frutos secos) se consigue más energía, ahorrándote por lo tanto la utilización de hidratos de carbono. Pero cuidado, tampoco es cuestión de abusar de las grasas, todo en su justo balance.
Por lo tanto, sabiendo que el consumo de hidratos de carbono previos al entrenamiento inhibe la lipólisis, y la ingesta de grasas ahorra estos carbohidratos y utiliza las grasas consumidas, la mejor opción para la quema de grasas es entrenar después del ayuno nocturno en duraciones cortas, de entre 30 y 45 minutos, y a una intensidad moderada (entre el 50 y 60% de tu capacidad).
¿Realizas algunos de estos consejos?