La holandesa Ragna Debats es actualmente una de las mejores especialistas en carreras de montaña, al punto que se consagró en 2018 campeona mundial de trail running. Sin embargo, pocos conocen que solamente 9 años antes era incapaz de correr apenas 3 kilómetros.
Por haberse criado en Países Bajos, durante su niñez y juventud estuvo siempre muy lejos de las montañas. No obstante, esos años de su vida transcurrieron en constante movimiento: nació en Nijmegen, Holanda, y luego su familia se trasladó a Ooij, en el mismo país. Pero años más tarde pasó a vivir en Alemania, cuando su pasión por los caballos la decidió convertirse en equitadora profesional. Luego estudió filología hispánica y alemana en Birmingham, Reino Unido, para radicarse después en España, en el año 2009. Para ese entonces llevaba un par de temporadas sin practicar ningún deporte en particular.
Afincada en Cherta, con montaña a unos 190 kilómetros de Barcelona, comenzó a correr por senderos. "Tenía 30 años y hasta ese momento no había corrido nunca, ni por llano ni por montaña", confiesa. Durante esas primeras salidas no podría correr más de los 3 kilómetros que separaban a su localidad del vecino poblado de Aldover. Pero rápidamente fue mejorando, al punto que en esa misma temporada ya participó en su primera competencia: los 21k de Pujada a la Foratata. Aunque le demandó cerca de dos meses recuperarse de aquella media maratón en 2010 volvió a las carreras y ganó el circuito comarcal, por lo que comenzó a tomar más en serio a esta actividad. Fue así que en 2011 consiguió el top 10 en la Zegama, una de las más tradicionales, populares y prestigiosas pruebas de trail running de Europa, y en 2012 se proclamó campeona de Cataluña en la Burriac Xtrem.
"Fue todo muy rápido pero no fácil. Había pasado muchos años sobre el caballo y mi cuerpo no estaba adaptado al impacto" recuerda la atleta, quien durante los primeros cinco años debió que terminar antes de tiempo las temporadas debido a lesiones, por lo que nunca llegaba a conseguir un estado óptimo. Pero años más tarde llegaría un quiebre en su carrera deportiva, y fue luego de cursar su embarazo. El convertirse por primera vez en madre la obligó a permanecer durante un año sin competir, y a bajar considerablemente los volúmenes de sus entrenamientos. Con ello su cuerpo "se reseteó, desde entonces no he tenido ninguna lesión", asegura. Además, también cambió su mentalidad. "Cuando fui madre, mi hija era más importante que el deporte. Me dijeron que la lactancia iba a ser complicada en carreras largas, pero los pechos me explotaban. No tuve problemas en darle el pecho a la pequeña Ona durante un año y siete meses. Además, mejoré con un nutricionista porque no sabía que no podía comer gluten", confiesa Ragna.
Con su hija como nuevo norte en su vida, cambió la forma de entrenar para aprovechar mucho más el tiempo y la calidad de sus entrenamientos ahora es mayor, los que se centran más en la intensidad y ya no en el volumen. "No es más complicado ser una madre atleta. La diferencia es que requieres planificación. No puedes hacer lo que quieras. Cuando tienes hijos, hay que adaptarse a su ritmo y planificar", concluye.
En la temporada 2016 consiguió la medalla de bronce en el campeonato mundial de Trail Running disputado en Braga, Portugal. Al año siguiente se consagró campeona europea de la modalidad, y en 2018 llegó su consagración mundial al quedarse con el título en la prueba de Penyagolosa, España. Sobre finales de la misma temporada visitó Sudamérica para correr el K42 en Villa la Angostura, Patagonia Argentina, donde ganó de forma categórica la competencia.