Entrenar sin una planificación, una meta clara y hacer ejercicios en soledad, sin un rumbo ni objetivos específicos no es un preámbulo para un entrenamiento exitoso. ¿Cómo podrás entrenar duro, de una forma metódica y con constancia si no sabes por qué estás entrenando? En otras palabras, el éxito requiere más reflexión y compromiso que simplemente decirnos a nosotros mismos que debemos ponernos a entrenar. Es necesario plantearnos objetivos claros y desafiantes, pero a su vez posibles. En este sentido debemos saber que si nuestra meta es demasiado sencilla no nos motivará, pero si en algún punto sabemos que es totalmente imposible, seguramente en algún momento el subconsciente nos traicionara y terminaremos auto saboteándonos.
Pongamos algunos ejemplos de objetivos concretos. ¿Quieres bajar tu peso corporal?, perfecto, pero debes preguntarte también cuánto quieres pesar y para cuándo. O tal vez pretendas bajar tus tiempos en una carrera de 10k. ¿Exactamente cuál es tu marca objetivo y en qué carrera buscarás lograrla?
En síntesis, la clave es tener constantemente un objetivo muy claro hacia dónde te estarás dirigiendo. Tener un fuerte sentido de propósito nos ayudará a llegar a la meta. Con un objetivo específico podremos afrontar nuestros entrenamientos con pasión y constancia.
¿Tienes un plan de entrenamiento?