Muchos runners notan que cuando comienzan a correr sus latidos cardíacos elevan su frecuencia rápidamente, al punto que les cuesta mantener una conversación. Si esto pasa con regularidad, es muy posible que estés entrenando con un mayor esfuerzo del que deberías, por lo que, aunque te cueste necesitarás ir más despacio. Contrariamente a lo que muchos piensan, correr más lento en algunas sesiones se traduce en un gran avance, al punto que te permitirá luego ir más rápido, especialmente cuando lleguen los momentos de las carreras. En pocas palabras, esto ocurre porque correr a intensidades bajas te permite desarrollar tu base aeróbica, que es la que luego te ayudará a que el resto de trabajo sea lo más eficiente posible.
Algo a tener muy en cuenta es que es totalmente normal y atendible es que este tipo de sesiones en las que se corre a ritmos muy suaves te resulten aburridas y no percibas que estás realizando un gran esfuerzo. Por lo tanto, es muy probable que sientas la tentación de no hacerlas o bien no cumplir con la misión del día, imprimiendo ritmos más rápidos por subestimar los beneficios de estos trabajos. Pero debes tener siempre presente que entrenar en la zona aeróbica es sumamente importante. En este tipo de sesiones las pulsaciones se mantienen bajas, el oxígeno está presente cuando los músculos realizan su función contráctil y tu nivel de percepción de esfuerzo, es de estar realizando una actividad moderada, fácil y suave. Corriendo a este ritmo puedes mantener una conversación sin problemas mayores, porque tu aparato respiratorio tiene oxígeno suficiente.
Durante estas sesiones de rodajes suaves tus músculos apenas producen residuos metabólicos (ácido láctico) porque la energía que tu organismo necesita para que se produzcan las contracciones se obtienen a través de las vías aeróbicas, es decir, en presencia de oxígeno. En cambio, cuando aumentas la velocidad las concentraciones de ácido láctico comienzan a incrementarse, y allí tu cuerpo necesita poder eliminarlo de alguna manera para que los músculos puedan seguir manteniendo las contracciones. Por tanto, la importancia de aprender a trabajar en esta primera zona puramente aeróbica y antes de comenzar a generar ácido láctico, es enseñar a que tu organismo aprenda a ser eficiente. Así, corriendo lento estarás mejorando la resistencia de tu organismo y creando una red de capilares mayor que te permita un mejor suministro de energía y oxígeno a todo tu cuerpo, por lo que retrasarás la aparición de fatiga y de falta de energía.
Por todo esto, este tipo de entrenamientos debe formar parte de tu planificación, combinándose de forma balanceada con otro tipo de estímulos como las series de velocidad, los cambios de ritmo y los fondos largos. En cada uno de ellos se entrenan capacidades diferentes, y por lo tanto todos son sumamente importantes.
¿Sueles correr de este modo en tus entrenamientos?