Si hay un alimento con el que se identifican los runners del mundo, sin dudas son las pastas. Las hay para todo el mundo, y para todos los gustos: integrales, libres de gluten, rellenas, sin relleno, de trigo, con huevo, a bases de arroz y maíz, o de legumbres. Si bien originalmente fueron concebidas como un alimento fresco, la humanidad también fue desarrollando variantes secas que nos permiten conservarlas por mucho tiempo, y por lo tanto tenerla siempre a mano para preparar un rico y nutritivo plato cuando lo necesitemos.
Veamos algunos casos y analicemos sus cualidades, comenzando por las más tradicionales: las pastas de harina de trigo refinada y con huevo. Suelen estar hechas a base de sémola de trigo candeal (una variedad más dura) o lo que es igual, de harina refinada, esta ofrece semejantes nutrientes que la pasta con huevo. Si bien en esta última el contenido de proteínas y grasas se eleva, lo hace en cantidades mínimas, presentando escasas diferencias con la pasta más básica que podemos encontrar en el supermercado. Más allá de su forma (espaguetis, tallarines, tirabuzón, etc) en estas pastas los que predominan los carbohidratos, con pocas grasas y fibra, y un contenido que suele rondar el 10% de proteínas.
Otra variedad son las pastas de trigo integral. Este tipo de pastas es, en comparación con las tradicionales elaboradas a base de harinas refinadas, una mejor alternativa porque concentra mucha más fibra, reduciendo de esta forma el índice glucémico de la pasta. De esta manera nos dan más saciedad y a su vez liberan sus carbohidratos en nuestra sangre de forma más progresiva, posibilitando así que al consumirlas tengamos energía por más tiempo cuando vamos a entrenar. Además, suelen concentrar micronutrientes (vitaminas y minerales) en mayores proporciones que las pastas refinadas debido a que se utiliza el grano completo en su elaboración. Sin embargo, a pesar de lo que muchas veces se cree, respecto a los macronutrientes (carbohidratos, proteínas y grasas), las pastas integrales no poseen diferencias sustanciales respecto a las refinadas.
Por último, una opción últimamente muy difundida especialmente entre quienes no toleran el gluten (como los celíacos) o bien entre quienes por decisión propia prefieren evitarlo, son las pastas a base de harinas de legumbres. Además de no contener gluten, son mucho más ricas en fibra y en proteínas que las derivadas de un cereal como es el trigo. Al mismo tiempo aportan menos carbohidratos y más grasas por lo que resulta mucho más saciante.
¿Vos qué tipo de pastas preferís?