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¿Qué es y para qué sirve la propiocepción?

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Seguramente ya habrás escuchado la frase que asegura que el running es mucho más que correr. Esto significa que los runners debemos entrenar ciertas capacidades que no se trabajan en el simple acto de correr, como por ejemplo los ejercicios de técnica, la coordinación, la fuerza, la elasticidad o la propiocepción. Hoy nos ocuparemos de esta última, que es la capacidad que tiene nuestro cuerpo para detectar el movimiento y la posición exacta de las articulaciones. Dicho de otra manera, a nuestro cerebro le llegan diferentes órdenes desde las articulaciones y los músculos determinando su posición en cada instante. Este sistema interpreta entonces si es necesario reaccionar de manera inmediata activando otros grupos musculares para evitar lesiones, o una caída. Esto no sólo tiene lugar en las actividades deportivas sino en nuestro día a día. Por ejemplo, cuando vas por un sitio lleno de gente y una persona te empuja al pasar, tu cuerpo intenta contrarrestar el empujón para que no te caigas, siempre que tengas una buena propiocepción. Si todos los días fueras sometido al mismo empujón, llegaría un momento en el que lo podrás esquivar sin necesidad de llegar a sufrir el impacto. Lo mismo sucede cuando viajas de pie en un bus o un tren y este hace una parada. Allí contrarrestas el frenazo con tu cuerpo, y si tú no posees un buen sistema propioceptivo te caes.

Ahora bien, ¿cómo llega a nuestro cerebro toda esa información? El sistema propioceptivo está formado por diferentes tipos de receptores: de presión, vibración, temperatura, dolor, estímulos químicos y luminosos. Estos sensores se encuentran en los músculos, las articulaciones y la piel, y son los encargados de enviar referencias al cerebro, para dar información sobre la posición relativa de estas estructuras. El problema es que esta capacidad va deteriorándose con la edad, y también puede verse afectada al sufrir traumatismos o una inmovilización prolongada, ocasionando inestabilidad y alteración de la función (torpeza motriz), que puede favorecer la degeneración de las articulaciones. Entonces, es importante trabajar la propiocepción por ejemplo después de padecer una lesión. Esto se hace realizando ciertos ejercicios propioceptivos para estimular los receptores del músculo, las articulaciones y la piel, para propiciar una descarga aferente máxima hacia el sistema nervioso central. Los ejercicios consisten en trabajos de estabilidad, equilibrio y postura de la articulación que esté en disfunción, pasando de planos estables a planos inestables para progresar en la reeducación hasta el objetivo que necesitemos.

Cabe aclarar que para trabajar la propiocepción no es necesario ejercicios muy complicados y su dificultad se irá aumentando de manera progresiva. Se deben adaptar a la persona y al tipo de lesión, siendo trabajos más intensos si se entrenan a nivel deportivo. Estos ejercicios nos ayudarán a mejorar la fuerza, la coordinación, el equilibrio y la estabilidad, y con ellos mejoramos el tiempo de reacción ante determinadas situaciones, como, por ejemplo, permitir recuperar la postura correcta tras tropezar de manera inesperada al correr en una carrera de montaña, y así evitar un golpe grande. Así que ya sabes, no descuides este aspecto y de tanto en tanto incluye en tus rutinas algunos ejercicios para entrenar la propiocepción.

¿Entrenas la propiocepción?