Entrenar en verano es posible, siempre y cuando lo hagamos tomando una serie de recaudos básicos que principalmente cuidarán nuestra salud, pero además harán que el running en estos meses sea una experiencia más placentera. El primero tiene que ver con evitar practicar actividad física en las horas centrales del día. Como todo, el deporte exige un poco de sacrificio. Así que es preferible madrugar un poquito o salir cuando comience a anochecer. Una forma muy sencilla para conocer si estás en la zona horaria indicada para correr es medir la sombra de tu cuerpo proyectada sobre el piso. Si su largo supera a tu altura, tendrás vía libre para entrenar. Si por lo contrario tu sombra es más corta que tu altura, será mejor que esperes un poco. Y cuando estés corriendo, si es en horas del día y por más que el sol no esté en su punto más nocivo, corre cada metro que sea posible en zonas con sombra.
El segundo punto es el de la hidratación, un aspecto siempre importante pero que en las épocas de calor en donde la sudoración aumenta, es fundamental. Por lo tanto, bebe agua sin tener sed y de forma periódica, durante todo el día. Ten en cuenta que la sensación de tener sed es el primer síntoma de deshidratación.
En cuanto a la vestimenta, utiliza ropa adecuada a la época en la que estás. Busca camiseta y mallas de materiales sintéticos y respirables, de un color claro, y evita las prendas que queden pegadas al cuerpo. Además, una buena gorra será tu compañera ideal de estos entrenamientos. Ten presente que el 65% del sol que se proyecta en nuestro cuerpo lo recibe la cabeza, por lo que deberás buscar una gorra fresca con buena ventilación. Si a pesar de estos recaudos durante tus entrenamientos sufres pequeños mareos, flojedad o una subida descontrolada de pulsaciones, detente. Estos son síntomas de un golpe de calor. Resguardate en una sombra, bebe agua y mójate la cabeza. Recuerda siempre que tu salud es lo más importante.
¿Estuviste entrenando en el verano?