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Cómo hidratarse antes, durante y después de entrenar

Sabemos bien que la hidratación es clave para el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo, y por lo tanto también para un óptimo rendimiento deportivo. Y a la hora de hablar de la ingesta de líquidos se suele hacer hincapié en las cantidades diarias recomendadas, aunque poco se dice de cómo hidratarse en cada uno de los momentos de la jornada. Vayamos entonces a responder esto, y comencemos con el período previo a los entrenamientos. En los 45 minutos antes de tu sesión lo ideal es no ingerir ningún sólido, ya que de hacerlo podría perjudicar tu entrenamiento. Recuerda que vas a trabajar con respiración abdominal y si has comido mucho o tienes digestiones lentas, no vas a poder hacer los ejercicios correctamente o incluso sentirte mal. Por eso deberías aprovechar este tiempo para beber agua, alguna infusión o agua de coco. Bebe en pequeños sorbos y procura evacuar el exceso de líquidos antes de salir a correr, tendrás tiempo suficiente.

Una vez que ya estés entrenando, también deberías hidratarte. Las cantidades y el tipo de bebidas que utilices dependerá de tus tasas de sudoración, las condiciones climáticas, la intensidad y duración de la sesión. Pero ten en cuenta que, si te ejercitas en condiciones de humedad o si el entrenamiento dura más de una hora, seguramente será necesario que te hidrates con agua y algún otro líquido como bebida isotónica o deportiva, que además repone sales minerales perdidas (principalmente sodio). De no ser así, hidratarte con agua será suficiente. Pero de todos modos considera beber líquidos durante tus rutinas, siempre en pequeños sorbos cada 5 o 10 minutos, y recuerda que no debes esperar hasta que tengas sed para hacerlo.

Finalmente, para después de tu sesión también deberías tener una estrategia de hidratación. Al igual que durante los entrenamientos, es necesario reponer agua y sales minerales perdidas. Además, las frutas también ayudan y mucho en este momento, ya que además de vitaminas y minerales también aportan carbohidratos para volver a abastecer los depósitos de este macronutriente que se agotaron durante el trabajo. En este sentido, debemos tener presente que es totalmente normal que no tengas hambre justo después de hacer ejercicio, pero poco a poco tu apetito empezará a aumentar y debes evitar los antojos. Allí las frutas frescas y las verduras serán tus mejores aliados. Además, en épocas de temperaturas bajas también podrás recurrir a los caldos, que sumarán un aporte de sodio necesario. Finalmente, una taza de leche con chocolate caliente vendrá bien en épocas de frío, mientras que en verano un vaso bien frío de esta misma bebida puede ser un auténtico "recovery" natural.

¿Con que frecuencia te hidratas?

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