Si bien un runner puede lesionarse en diferentes circunstancias, una de las sesiones de entrenamiento es más probable que esto ocurra es cuando está reintroduciendo el trabajo de velocidad en a las planificaciones después de un período de descanso. La mejor manera de evitar esto es incluir siempre algunos entrenamientos rápidos, incluso durante la temporada baja y la temporada base. Pero atención, que esto no significa hacer entrenamientos duros y agotadores durante todo el año, sino incluir 4 o 5 aceleraciones o "estiradas" de 30 segundos al final de los entrenamientos, o fartleks livianos en tus trotes suaves durante las semanas en las que no tengas sesiones de trabajo de velocidad en tu plan. En otras palabras, estos agregados a tus trabajos no deberían representar entrenamientos agotadores, sino simplemente una forma de recordarle a su cuerpo cómo correr rápido para que esté listo para sesiones más duras más adelante. Eso si, ten en cuenta que el único momento en el que no deberías correr rápido es en las dos o tres semanas posteriores a tu carrera objetivo o cuando regresas de una lesión.
Por otro lado, recuerda la importancia de tener una permanente conexión con tu cuerpo, escuchando sus señales. Si sientes que algo no está bien, préstale atención. Muchos corredores experimentan molestias o dolores aparentemente pequeños, que a menudo los empeoran. En muchos casos, tomarse un par de días de descanso puede evitar que los pequeños inconvenientes se conviertan en grandes problemas.
¿Incluyes entrenamientos de velocidad en tu rutina?