LOS ÁNGELES -- Con sus selecciones nacionales podridas. Con vicios perversos y obscenos, copias pueriles de Don Corleone y Peaky Blinders. Con el futbol de rodillas y prostituido por la avaricia. Con una Liga extorsionada por promotores y corrupción de dirigentes. Puesto en cautiverio por un arbitraje entre amañado y torpe. Con los dueños de equipos en el ministerio del pánico y la sumisión. Con jugadores nativos apocados y pusilánimes.
Así pervive, así sobrevive el futbol mexicano, que pese a todo, es un monumental negocio –para unos–, viviendo al borde del precipicio, pero sin arrojarse a él. Vigente pues la frase que se atribuye a Galileo Galilei: “Y sin embargo, se mueve”.