Fútbol Americano
Mariana Barasoain 2y

Boca culminó su resurrección total con un primer puesto merecido en la CONMEBOL Libertadores

Ni el xeneize más optimista se hubiera atrevido a pedir un “semestre” como este, porque Boca no jugaba bien y parecía que iba como un barco la deriva. Pero mientras las críticas caían como plomadas al agua, el capitán se quedó en el barco y lo sacó a flote.

Cuando el mar estaba picado y el bote se zarandeaba, Sebastián Battaglia se mantuvo firme y evitó el naufragio. Y, aunque rara vez se navega con calma en “el mundo Boca”, los vientos cambiaron y parece que hay tierra firme a la vista.

Parecía imposible soñar con este desenlace, pero la única verdad es la realidad: Boca ganó el Superclásico, se coronó campeón de la Copa de la Liga y se clasificó primero en su zona en la Copa Libertadores.

Cuando se sorteó la fase de grupos, los medios no dudaron en bautizar al E como la zona de la muerte. Independientemente de la falta de certezas en el juego xeneize, su estirpe copera siempre lo ubicó como favorito y se esperaba que compitiera por el liderato con un histórico como Corinthians y un siempre incómodo Deportivo Cali. La dificultad agregada estaba en un rival que habitualmente marca el calendario en las competencias internacionales: la altura (en este caso, de Always Ready).

Battaglia tendría que sortear dos grandes obstáculos técnicos y tácticos: primero, prescindir de Alan Varela (separado por indisciplina) y luego, lidiar con las bajas de los sancionados por el incidente en Brasil. El precio más alto lo pagó con la ausencia por seis fechas de Sebastián Villa (explosivo y determinante en la ofensiva) y con el desmembramiento de su dupla central favorita, sin Marcos Rojo por cinco partidos y sin Carlos Izquierdoz por cuatro.

Su estreno en Libertadores fue ante Deportivo Cali en Palmaseca y la actuación fue decepcionante. Ni “la camiseta amarilla de la buena suerte” le jugó a favor esa noche: Boca cayó 2-0. Y aunque cumplió en la altura con un doblete de Benedetto ante Always Ready, se reencontró con la derrota ante Corinthians en Brasil, otra vez con un 2-0.

En la cuarta fecha, el Xeneize volvió a ganarle al conjunto boliviano, esta vez en La Bombonera con un gol de Salvio. Pero en la Copa de la Liga, su desempeño ante Godoy Cruz fue tan pobre que puso en jaque la banca a Sebastián Battaglia (al menos de la puerta para afuera).

La recuperación comenzó en el torneo doméstico derrotando al empoderado Tigre de Diego Martínez y luego en el “mata mata” contra Defensa y Justicia, que llegaba extenuado pero que es uno de los equipos que mejores ideas propuso durante el campeonato. En aquel partido Varela se hizo dueño del mediocampo xeneize, aportando claridad defensiva y ofensiva, y lo volvió a demostrar en el siguiente compromiso copero ante Corinthians.

Ante el Timao, Boca mereció mucho más que un empate y, aunque el marcador no tuvo gratitud, apareció la agresividad colectiva que el público estaba pidiendo a gritos.

Boca fue a Córdoba a llevarse puesto a Tigre, así lo hizo y sumó una nueva estrella. Esa tarde en el Kempes los jugadores terminaron de amigarse con la exigencia y la incomodidad de Boca, que está constantemente obligado a poner su jerarquía sobre la mesa y saberse favorito aun cuando los análisis tácticos desnuden ineficiencias.

Ante el Matador, Boca no dejó dudas y se coronó sin objeciones por lo hecho en los 90 minutos de la final. Con ese oxígeno llegó a La Bombonera para definir su futuro en la Copa Libertadores.

El Xeneize jugó 60 minutos infernales ante Deportivo Cali. Lo atacó, lo presionó y no dejó de intentar. Zeballos se desesperó por demostrar que puede hacer que los hinchas no extrañen a Villa y se hizo amo y señor de la banda izquierda, enloqueciendo a Gutiérrez, que no hizo más que mirarle la chapa al desequilibrante Changuito. Izquierdoz jugó un partido sólido, ante un Azucarero sin propuestas, y Varela fue el gran protagonista de la noche.

El volante central de Boca, que supo recuperar terreno tras el castigo, se convirtió en el número 5 indiscutido del equipo de Battaglia. Con el compromiso en recuperación y el buen pie como garantes, el pibe de 20 años aportó agresividad desde la creación y con sus remates.

Después de un despeje largo del arquero de Amores, el mediocampista bajó la pelota con una patada descendente, apuntó y disparó con un derechazo certero. Con ese gol, a Boca le alcanzó para conseguir el triunfo y barrer a un Deportivo Cali impotente, que se olvidó que si perdía se despedía de la Copa.

Battaglia y su equipo celebraron de manera eufórica la clasificación, al ritmo de una Bombonera que no podía pedir más. Gracias al empate de Corinthians con Always Ready en Brasil, el Xeneize terminó como líder en el grupo E, esquivando así a los rivales más poderosos en octavos (entre ellos River).

Boca cerró esta etapa con todos los objetivos cumplidos y, sobre todas las cosas, con el deseo y la adrenalina de creer que tal vez llegó el momento de dejar de añorar aquellos buenos viejos tiempos. Se empiezan a escribir nuevas páginas en la historia xeneize y quedó claro que Sebastián Battaglia formará parte de este capítulo.

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