La noche terminó con fiesta para River Plate en el último partido como local antes del Superclásico, pero el equipo mostró la misma irregularidad de los últimos partidos. Le ganó 1-0 a Atlético Tucumán un encuentro durísimo por la quinta fecha de la zona A de la Copa de la Liga.
Más allá del gol agónico de Salomón Rondón que desató la euforia en el Monumental, River volvió a ser ese conjunto irregular que alterna momentos de dominio absoluto con otros minutos de ausencia de ideas e intensidad. El resultado esconde algunos problemas, pero nunca todos.
El equipo de Martín Demichelis consiguió su 18vo triunfo consecutivo en su estadio. Le ganó al final a un aplicado y disciplinado conjunto tucumano que estuvo a segundos de llevarse todo lo que había ido a buscar a Núñez: el punto.
River mostró algunas de las virtudes y los mismos defectos de los últimos meses. Esta vez, recién en el tiempo de descuento tuvo la justeza necesaria gracias a un gran cabezazo de Rondón tras el centro de Pablo Solari.
Cuando mueve bien la pelota, el juego fluye. Tiene jugadores de categoría que saben encontrarse y crecer desde el pase. Nicolás De la Cruz volvió a ser el eje y, a partir de él, saben asociarse Esequiel Barco, Manuel Lanzini e Ignacio Fernández. El problema es que esa fluidez no tiene continuidad. River es, antes que nada, irregular. Incluso en los partidos que no logra abrir rápido.
Este jueves el problema fue aún más pronunciado, sobre todo en el segundo tiempo, cuando el público dejó en claro su descontento con más insistencia que nunca en el año. El empuje de la hinchada ayudó al equipo en ese cierre de partido.
El mejor atributo de este equipo es su juego interior, pero no consigue darle persistencia al dominio. Somete a los rivales desde la posesión, los obliga a defendersde muy cerca (y a veces dentro de su área), pero se desconecta y entonces les permite crecer. Y creer que pueden lastimar. Atlético lo hizo poco, pero River da oportunidades y espacios. Así quedó demostrado con un gran remate al palo de Joaquín Pereyra cuando faltaban 14 minutos para el final.
En este partido, Miguel Borja y Rondón tuvieron pocas posibilidades de frente al arco y, aunque el local sí llegó a posición de gol varias veces, pudo definir pocas veces con comodidad. Y cuando lo hizo, el VAR le negó el gol a Paulo Díaz, el defensor que apareció como centrodelantero en el final del primer tiempo.
Demichelis sacó a Enzo Pérez en el descanso, algo que generó sorpresa en el Monumental. El problema de River no está en el centro del campo, sobre todo contra un rival que ataca de forma esporádica y no busca tener la pelota. El ingreso de Matías Kranevitter no resolvió demasiado, porque el equipo volvió a quedar mal posicionado tras pérdida más de una vez. Los cambios no dieron resultado en el desarrollo del juego y generaron algo de confusión, pero al final resolvieron el resultado.
River salvó la racha histórica en el Monumental de forma agónica y gracias a la categoría individual de sus jugadores. Con tres puntos más, deberá trabajar para tener mejores ideas en ataque y para que el dominio sea más persistente. Sumar es clave para pelear el título, pero más lo es recuperar buenas sensaciones desde el juego.