En mayo de 1978, Diego Armando Maradona sufría una de las frustraciones más grandes de su carrera deportiva. César Luis Menotti, el entrenador de la Selección nacional, le comunicaba que no iba a ser convocado para jugar el Mundial.
Pero como dice el refrán, el fútbol siempre da revancha. Y Maradona la tuvo: se la dio el mismo Flaco Menotti, al llevarlo como bandera al Mundial juvenil de Japón en 1979. La revancha fue completa: allí, la Argentina comandada por el propio Diego se consagró campeona.
Maradona ya era una figura en el ámbito local. Una gran figura. Sus actuaciones en Argentinos Juniors le daban chapa de jugador europeo, y era pretendido por varias de las potencias de ese continente, como el Barcelona, club al que llegaría previo paso por Boca.
Pero en 1979, Diego tenía sólo un sueño: ganar el Mundial. Siempre había destacado, desde muy chico, que su máxima ilusión era jugar una Copa del Mundo. Ahora tenía la gran posibilidad de hacerlo, aunque se tratara de la juvenil.
En ese Mundial la albiceleste demostró que de la mano de Maradona estaba para cosas importantes: ganó los seis partidos que jugó, quedó con la delantera más goleadora y con la valla menos vencida.
Y tuvo un juego vistoso que deslumbró al mundo. En Japón, Maradona le mostró al mundo que era un jugador distinto. Y contó con un aliado como Ramón Díaz, formando una gran dupla de ataque.
La Argentina formó parte del Grupo 2 junto con Indonesia, Yugoslavia y Polonia. En esa primera fase derrotó 5 a 0 a Indonesia, 1 a 0 a Yugoslavia y 4 a 1 a Polonia, anotando 10 goles y recibiendo uno en contra.
La cómoda clasificó a cuartos de final puso en el camino a Argelia, que había quedado segunda en el Grupo 1. Tampoco tuvo compasión el conjunto de Menotti en este caso, al golear 5 a 0 y pasar a semifinales.
Uruguay parecía un rival de más prestigio, pero el clásico rioplatense quedó en manos de Argentina, tras imponerse por 2 a 0.
En la final esperaba la Unión Soviética, que en cuartos había vencido a Paraguay por penales y luego había derrotado a Polonia por 1 a 0, en semis.
La Argentina de Diego era gran favorita, pero el partido comenzó adverso, ya que los europeos arrancaron ganando 1 a 0 con gol de Igor Ponomarev. Iban 11 minutos del segundo tiempo y todo parecía complicarse.
Pero la Argentina lo dio vuelta rápido: a los 27 minutos Hugo Alves puso el empate de penal, Ramón Díaz marcó el 2 a1 a los 30 y Maradona, a los 35, selló el 3 a 1 final.
Maradona fue la figura excluyente de ese certamen y ganó el Balón de Oro por su actuación. Fue un Mundial especial: por la diferencia horaria, los partidos se jugaban de madrugada en la Argentina.
La Selección tenía un estilo de juego vistoso y ofensivo, que no hacía dudar a nadie: todos madrugaban para ver a esos chicos brillar en el Mundial. Maradona comandó a jugadores que luego tendrían una gran trayectoria, como el Pelado Díaz (goleador del torneo), Juan Simón, Juan Barbas y Gabriel Calderón.
En todo el certamen la Argentina convirtió 20 goles y recibió sólo dos. Diego anotó seis. Y maravilló a los japoneses y al mundo.