El mediocampista alemán es el único jugador que ha estado en los 43 partidos oficiales disputados por el Barça, 37 de ellos como titular y 31 completos, por lo que es el hombre de hierro de Xavi.
BARCELONA -- A Xavi Hernández le brillaron los ojos el día en que Joan Laporta le confirmó oficialmente el fichaje de Ilkay Gündogan por el Barcelona. El alemán sí era un futbolista expresamente solicitado por el entrenador catalán, que tras conquistar el título de Liga la pasada temporada confiaba en reforzar convenientemente su plantilla para defender el campeonato y poder, por fin, hacerse ver en Europa.
Al final el mercado no se desarrolló tal y como esperaba... Pero la apuesta por el décimo jugador de origen alemán llegado al club se ha demostrado con el paso de los meses acertada. No, no es el mismo que durante siete años alcanzó el clímax futbolístico en Manchester, pero sí, sin duda, se ha convertido en una pieza esencial, tan indiscutible como innegociable, en los planes de Xavi.
Llegado el mes de abril Gündogan ha tomado parte (es el único) en los 43 partidos oficiales disputados por el Barça, 37 de ellos como titular y 31 completos. Suma 3.464 minutos para una media superior a los 80 por partido y ha marcado cinco goles, sabiéndose adaptar a su nueva realidad en un equipo en construcción, olvidándose a su pesar al papel de volante ofensivo que tan buen rendimiento ofreció en el City, convertido en un mediocampista más retrasado, con más campo de visión por delante y moviendo el balón con tanta precisión como acierto en la combinación con sus compañeros.
Es un hecho que no disfruta el Barça de la mejor versión de Gundogan pero en la situación actual del equipo azulgrana su presencia en el campo sirve para mejorar a todos los futbolistas que tiene a su alrededor y Xavi lo tiene tan claro que a la hora de confeccionar la alineación de un partido importante siempre, siempre, le tiene en consideración para ocupar una plaza en el centro de operaciones.
Con otra temporada de contrato por delante (más una tercera opcional), los 33 años no le pesan en las piernas como cabría suponer a un futbolista que se ha sobrepuesto a tres lesiones de gravedad y que ha trasladado a Barcelona un compromiso profesional ejemplar, convirtiéndose en un personaje tan respetado por su personalidad como por su juego.
Hasta convertirse en la pieza más fundamental para el entrenador. Y en una de las claves a las que se agarra el Barça en el sprint final de un curso en el que la línea entre el éxito o el fracaso se adivina más fina que nunca.