Carlo Ancelotti no responde al estereotipo italiano. Sus equipos no son defensivos y él no anda a los gritos, haciendo gestos con las manos. Su estilo calmo para llegar al éxito lo consolidó como el maestro zen de los entrenadores de élite. La gran final de la Champions League entre Real Madrid y Borussia Dortmund no hizo otra cosa mas que agigantar su leyenda.
En un oficio siempre al borde del despido, donde prolifera la epilepsia junto a la línea de cal, Ancelotti posa inalterable, todo el tiempo, con un chicle entre los dientes. En público, no suele haber rastros de lo que en Sudamérica se conoce como “la tanada”: arranques pasionales y extrovertidos. La controversia le es ajena. A los jugadores de Real Madrid, y a los entrenadores que lo admiran, los seduce con su personalidad calma. El italiano transmite seguridad. Conduce en silencio.
"Carlo muestra calma y tiene experiencia. Es como una figura de padre, que es uno de sus puntos fuertes. La experiencia también ayuda con los entrenadores. Es también una leyenda. Lo que hizo para el fútbol como jugador y también como entrenador, es el máximo nivel. Es excepcional", lo describió a la perfección Thomas Tuchel, DT de Bayern, antes de enfrentar al Real Madrid de Ancelotti en semis. La descripción es precisa. Si no el padre, Carletto, de 64 años, podría ser el hermano mayor de los técnicos que llegaron a la definición de esta Champions. Tuchel tiene 50 y Luis Enrique, DT de PSG, tiene 53. Edin Terzic, líder del sorprendente Dortmund, apenas 41.
La filosofía de Ancelotti destaca por su brillo triunfal. Está avalada por su imponente vitrina. Carlo ganó tanto como entrenador que es más sencillo enumerar qué campeonatos le faltan. Dirigió en las 5 grandes ligas europeas y solo no pudo ganar la Copa de la Liga inglesa, la Copa de Alemania y las copas que se juegan en Francia. A nivel internacional, conquistó los títulos más importantes varias veces: 4 Champions (esta será su 6ta final), 4 Supercopas de Europa, 3 Mundiales de Clubes.
Garantía de éxito, su enfoque calmo ante situaciones intensas se transformó en libro de autoayuda para importantes empresarios. En el mundo de los negocios consideran que CEOs y DTs de élite son mellizos separados al nacer. Quiet Leadership: Winning hearts, minds and matches, también firmado por un ex director de Chelsea especialista en Management y un gurú internacional de liderazgo empresarial, es un seminario para grandes gerentes.
Está claro que se trata de profesiones con alta rotación. Los CEOs más importantes no están más de cinco años a cargo de la misma compañía. Los DTs duran mucho menos. El promedio en las grandes Ligas europeas es inferior a dos temporadas. “El técnico solo es importante cuando necesitás culpar a alguien”, explica Ancelotti. “Los presidentes no entienden mucho de mi trabajo, me juzgan solo por si gano o pierdo”, agrega.
Ancelotti y el liderazgo zen, las claves del éxito de Real Madrid en Champions
Carlo Ancelotti aprendió esto de primera mano, en sus casi 29 años como DT, de jefes como Florentino Pérez, Roman Abramovich, Silvio Berlusconi, Calisto Tanzi o Gianni Agnelli. Salvo en Milán, donde estuvo ocho años porque era ídolo y lo conquistó todo, en los demás clubes por los que pasó (Parma, Juventus, Chelsea, Real Madrid, PSG, Bayern Múnich, Napoli y Everton) nunca llegó a cumplir una tercera temporada. Recién volverá a hacerlo este año en su segundo ciclo en la Casa Blanca. La primera vez que le echaron la culpa de todo, en Parma, se enojó mucho. Luego, aprendió el gran secreto de su oficio: nadie está invicto. “No hay entrenadores a los que no hayan echado. Hasta a Alex Ferguson le pasó (en St. Mirren)”, recuerda.
También está la cuestión de manejar la presión: la de la prensa, la los hinchas y la de esos dueños resultadistas. Ancelotti nunca se siente estresado. “Creo que la única razón es que amo mi trabajo”, cuenta. “La mayor presión es una o dos horas antes de los partidos, cuando tenés que preparar la estrategia y los jugadores, y realmente no sabés lo que va a pasar. Durante el partido estás concentrado en el juego, no sentís mucha presión”, explica.
La influencia del entrenador durante el juego, admite Ancelotti, es escasa. “En el partido es difícil cambiar algo. Podés proponer alguna cosa en el entretiempo, pero solo tenés tres o cuatro minutos para hablar. Me gusta ser positivo”. En el vestuario, Carlo trata de volver a seducir a los futbolistas para que crean en ellos y en el plan. En esto es clave el tono. Hay que hacerlo, asegura, desde la calma, la confianza. No desde la histeria, el nervio.
El meme de Ancelotti, con gafas oscuras y un puro en la boca, que se viralizó ante las épicas remontadas del Madrid en Champions, resume este estilo que parece tan despreocupado. Pero, siempre, las apariencias engañan. “Un enfoque tranquilo puede sonar algo suave o incluso débil para algunos, pero eso no es lo que significa. Hay poder y autoridad en estar calmado y medido, en construir confianza y tomar decisiones fríamente, en usar influencia y persuasión”, sostiene Ancelotti. En su libro suele poner de ejemplo a Vito Corleone: “Un tipo calmo y poderoso a cargo de la situación”.
Con su filosofía calma, Ancelotti pudo ganarse la confianza de grandes estrellas del fútbol mundial, en vestuario ultracompetitivos, durante temporadas en la más alta exigencia. Cristiano Ronaldo lo considera “una de las mejores y más importantes personas” que conoció en su mi carrera. Zlatan Ibrahimovic afirma que “es el mejor entrenador de todos”, por encima de Mourinho. “José sabe como tratar a un futbolista, pero Carlo sabe como tratar a una persona”, explica. Vinicius Junior asegura que, para él, "es como un padre”.
La exitosa filosofía de Ancelotti está construida sobre vínculos humanos. “Tenés que construir una buena relación, buena química, con el grupo. Habló con mis jugadores, se que ante todo son personas. Es importante tener una relación en el mismo nivel, ni que ellos miren hacia arriba ni que yo mire hacia abajo”. Esa confianza hace que el futbolistas asimile mejor la idea del DT. “El jugador tiene que estar convencido de lo que va a hacer”, sostiene.
Tanta paz interior no implica que, de tanto en tanto, Ancelotti no pueda pegar un par de gritos. De hecho, les da sentido. Eso sí, siempre en privado. Una vez, en el vestuario de PSG, estaba tan enojado que pateó una caja y le pegó a Zlatan en la cabeza. “Cuando se enoja, se enoja en serio”, confesó Ibra. También, Beckham vio alguna de sus rabietas. “La única vez que lo vi sacado fue en el último partido de la temporada en Milan, estábamos peleando un puesto en la Champions. Íbamos ganando pero jugábamos muy mal. No te puedo decir qué lo enojaba porque cuando se saca habla en italiano. Es grandioso e inesperado verlo, pero es algo aterrador”.
El entrenador italiano conoce de la eficacia comunicacional de un insulto dicho en el momento oportuno. Es un recurso, nunca una rutina. “No me gusta gritar cada vez que algo está mal. A veces tengo la necesidad de hacerlo pero habitualmente prefiero encontrar una solución más tranquila”, dice.
Lo hace con un Real Madrid que parece imbatible bajo su mando. Donde ya ganó la Champions tres veces. Un equipo que expresa la filosofía calma de Ancelotti mejor que ningún otro. Que desgasta y destruye a sus rivales con sabiduría y la cuota justa de esfuerzo. Sin que Carlo tenga que levantar la voz, aunque sepa muy bien cómo hacerlo.