Real Madrid se impuso por 3 a 1 ante Stuttgart en el Santiago Bernabeu en el arranque de la Champions League y Federico Valverde volvió a rendir a un altísimo nivel en el equipo de Carlo Ancelotti, aportando su talento y su despliegue para convertirse en una pieza fundamental tanto en ataque como en defensa.
El Halcón fue titular, disputó los 90 minutos de juego y se paró inicialmente como volante más recostado sobre la banda derecha, con la responsabilidad de contener su sector y de desdoblarse al ataque cuando la jugada lo pedía. Sobre los 27', una pared del uruguayo con Rodrygo terminó con el brasileño lanzando en largo a Valverde, quién con su larga zancada ganó en velocidad, trasladó hasta el área y le colocó un milimétrico pase a Mbappé para que el francés solo tenga que empujarla, pero Rouault llegó con lo justo para interceptar el intento de forma providencial.
LE DESACTIVARON LA ASISTENCIA A #VALVERDE, CON LO JUSTO
— ESPN Uruguay (@ESPNUruguay) September 17, 2024
El uruguayo intentó habilitar a Kylian #Mbappé tras una gran jugada, pero Rouault cortó de forma providencial.
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El volante Charrúa siguió aportando su ida y vuelta habitual, y tras la apertura el marcador por intermedio de Kylian Mbappé, estuvo cerca de servirle el segundo gol a Rodrygo, pero el brasileño se entreveró a la hora de definir y se perdió el gol. Minutos después, Valverde fue amonestado por una dura falta en la mitad de la cancha sobre Fabian Rieder, tras una pelota dividida en la que al uruguayo le habían realizado un pase defectuoso. Tras la salida de Tchouameni en el complemento, el ex Peñarol cambió de posición y pasó a jugar más como pivot, por lo que en los últimos minutos ya no tuvo la influencia en ataque que había tenido hasta ese entonces.
Finalizado el partido, el Halcón completó 47 toques de balón con una efectividad en pases del 92% (34 de 37), revistró cinco duelos ganados y un remate al arco desviado, además de dos intercepciones.
En un encuentro en el que Real Madrid no brilló, Fede Valverde volvió a ponerse el overol para transformarse en el jugador de equilibrio de un equipo que, individualmente, tiene piezas de sobra en ataque para resolver los partidos.