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Messi responde a Cristiano con una exhibición

El argentino condujo el partido como solo él sabe hacerlo. EFE

Messi no habla mucho. Messi no es de aspavientos ni de grandes titulares. Su vocabulario, su discurso, se ciñe casi siempre al césped y ahí nada le detiene. Y si Cristiano Ronaldo le gritó a toda Europa que está en plenitud con su hat-trick al Atlético el martes. Leo le respondió a lo bestia el miércoles. No marcó tres goles. Tampoco le hizo falta.

Leo marcó dos goles y asistió en otros dos. Y todas sus intervenciones se entendieron tan sublimes como definitivas en el Camp Nou para explicar, para argumentar, la goleada a un Olympique de Lyon que a 13 minutos de la conclusión del partido, con el 2-1, abrazaba la hazaña de lograr el empate.

Se vio asustado al Barça, tanto que Valverde acudió a Dembélé primero para relanzar la verticalidad y a Vidal después para imponer la fortaleza. Y, entonces, apareció el 10. Apareció Messi en su máxima expresión, tomando por sorpresa a un rival que mirando con descaro a Ter Stegen olvidó resguardar a Gorgelin y no se ocupó de atar en corto, en muy corto, al capitán azulgrana.

“Esa copa tan linda” es una frase que resuena día tras día en el imaginario azulgrana. La dijo Leo al comenzar la temporada y a cada partido que pasa en la Champions parece más evidente que es su mayor reto, objetivo y, casi, obsesión de la temporada. Y, por ello, entendió que no podía ceder ni un milímetro ante el animoso y cada vez más crecido Olympique de Lyon.

Tomó Messi tres balones y convirtió el Barça tres goles en apenas siete minutos para desespero de un OL incrédulo ante tal bestialidad. Leo condujo como solo sabe hacerlo él hasta el área, incapaz nadie de arrebatarle el balón, recortando a uno, dos y tres defensas antes de verse solo frente a Gorgelin y batirle suavemente. La tocó, la pelota, el meta galo… pero no lo suficiente.

El 3-1 ya era, lo parecía, definitivo. Pero no quiso correr riesgos innecesarios el capitán del Barça y en un abrir y cerrar de ojos le regalo un gol a Piqué y otro a Dembélé. Pudo, seguro, buscar personalmente el hat-trick y, sin embargo, estimó mejor asegurar con el pase a sus compañeros.

Y ganó el Barça, disfrutó el Camp Nou y se enteró Europa de que a la llamada de Cristiano Ronaldo, a su grito desbocado, respondió a lo grande, a lo bestia Leo Messi. El reto está ahí.

Con todos los ojos puestos en el sorteo del viernes. ¿Se verán las caras en una batalla definitiva?