BARCELONA -- Messi. De principio a final, cuando las cosas se ponen feas para el Barça ahí aparece su capitán, guía, líder y dueño para convertir una pesadilla en sueño. Si en agosto avisó que quería “esa copa tan linda” llegado el mes de abril demostró que la ansía con todas sus fuerzas. De principio a final, fue Leo quien derrumbó cualquier esperanza que abrigó el Manchester United.
El 21 de abril de 2015, se van a cumplir de ello cuatro años, fue la última vez que el Barça consiguió superar los cuartos de final de la Champions. Había vencido (1-3) en París y en un partido de vuelta sin más historia derrotó por 2-0 al PSG de Laurent Blanc, con un doblete de Neymar en 34 minutos.
A partir de ahí… La nada. Atlético de Madrid en 2016, Juventus en 2017 y Roma en 2018 enlazaron tres dolorosas eliminaciones, siendo tan dura la sufrida ante la Vecchia Signora que goleó en Turín por 3-0 en la ida hace dos años como humillante la encajada contra los Giallorossi, capaces de remontar el 4-1 del Camp Nou para echar de mala manera a los de Valverde el último ejercicio.
En ambas ocasiones jugó Messi y en ambas ocasiones se vio arrastrado a un drama de proporciones enormes, incapaz de mantener en pie a un Barça superado por la adversidad y caído en desgracia de manera tan clara como impensable.
Se acabó. Leo, que no marcaba en unos cuartos de final desde la ida de 2013 en París, debió asustarse con la salida rabiosa del United y en cuanto le tomó la medida al juego decidió convertir el sufrimiento en felicidad. Y así, de manera inmediata, la trasladó a los más de 91 mil hinchas azulgranas que poblaban las gradas del Camp Nou, ahogando en un abrir y cerrar de ojos la ilusión de los casi 5mil aficionados ingleses.
Nada se le resiste, de momento, a Messi esta temporada, dispuesto como está a ganarlo todo por aplastamiento. Así se entendió este martes, en que fue el mejor con el balón y el más activo a la hora de presionar al rival con una entrega soberbia.
De Gea, que en su anterior y única visita al Camp Nou con el Atlético de Madrid se llevó a casa un hat-trick del crack argentino, se rindió otra vez a la evidencia, incapaz de llegar al primer disparo y comiéndose el segundo en una jugada que recordó a la mítica final de la Eurocopa de 1984, cuando Platini batió a Arconada con un disparo sin apariencia difícil pero que acabó en gol escurriéndose el balón por debajo del cuerpo del portero español. Como le ocurrió esta vez a De Gea.
El Barça disfrutó de una fiesta completa ante un Machester United que quiso repetir el milagro de París sin atender a que enfrente estaba un tal Leo Messi
majestuoso y que, lo demostró, está dispuesto a pelear hasta el infinito por lograr “esa copa tan linda”.