BARCELONA -- El París Saint-Germain quiso pero no pudo. Acudía a Manchester en desventaja y acabó claudicando ante el City de Pep Guardiola, que ocupará su lugar de estreno en una final que en agosto de 2020 el equipo francés saboreó por primera vez. Y que perdió frente al mismo Bayern del que se vengó este curso...
Mayúsculo pero incompleto, el historial de la Champions de esta temporada tendrá un capítulo especial para un PSG que asaltó Old Trafford en la fase de grupos, aplastó al Barcelona en octavos y sentenció al poderoso Bayern en cuartos hasta cruzarse con el Manchester City y rendirse a la evidencia. Está entre la aristocracia del fútbol. Pero no es el Rey.
Ha vuelto a quedarse sin la Champions y roza el desastre en la Liga, que ha conquistado en siete de las últimas ocho temporadas y cuyo trono está a punto de ceder ante el empuje del sorprendente y descarado Lille, tal como le ocurrió en 2017 con el Monaco o en 2012 con el Montpellier. De confirmarse redondearía la peor temporada de la última década, el peor resultado desde que Qatar lo adquirió y lo encumbró inyectado en dólares hasta la cima.
Pero en ese largo camino ha habido un nombre que se ha repetido, primero de manera disimulada y en los últimos tiempos ya de forma clara, como fichaje definitivo. Después de Ibrahimovic y a continuación de Neymar o Mbappé es Leo Messi el objetivo, el fichaje final, el jugador llamado a liderar ese proyecto siempre inacabado.
El crack argentino acaba contrato en Barcelona y mantiene en duda su futuro. No está en la misma situación que el pasado mes de agosto, cuando presentó directamente una solicitud de salida, pero no ha dado ninguna pista respecto a su renovación y el PSG no ha perdido el tiempo. Messi tiene sobre la mesa una propuesta, que no aún contrato redactado, firme del club francés que le ofrece hasta tres temporadas de contrato por un salario no especificado pero que puede adivinarse irrechazable y, por supuesto, muy superior a lo que le pudiera ofrecer Laporta en el Barça.
En París el argentino se podría reencontrar con su amigo Neymar y formar parte de una plantilla mayúscula, con Mbappé como tercer elemento de un tridente inmejorable y el apoyo de un equipo sin igual. Deportivamente es obvio que no sería un paso atrás para Leo... Falta por saber si su fichaje sería la guinda necesaria para el club francés en su intento de alcanzar la cima continental.
LA NECESIDAD
Porque hoy por hoy el PSG no es el rey y quiere serlo. Desde su fundación en 1970 ha sido un club diferente en el escenario futbolístico francés. Nacido de una fusión y creado para representar a París en respuesta a Milán, Munich, Madrid o Manchester, creció en la década de los 80 del pasado siglo hasta arrebatar el papel número uno que antes tuvieron Saint-Etienne y Marsella gracias a su adquisición por parte de Canal+ en 1991.
Semifinalista de Champions en 1995 y campeón de la extinta Recopa (jugando otra final y perdiéndola ante el Barcelona en 1997), la eclosión del Olympique de Lyon le apartó del primer lugar del podio, Canal+ lo vendió y a pesar de la presencia de Ronaldinho la luz del equipo palideció, salvándose por poco del descenso en 2007...
La agonía del club acabó en 2008, cuando Colony Capital se hizo con su propiedad, recuperando el pulso, y se catapultó a partir de 2011, cuando fue vendido a Qatar Investment Authority. Desde entonces... el éxito. Pero un éxito incompleto. Dominador intocable del fútbol francés gracias a inversiones millonarias en el mercado de fichajes, el PSG tenía en la Champions a su objetivo. Y después a su obsesión, una obsesión que siempre, siempre, acaba derrumbándole.
Rozó el cielo con las manos en 2020 y fue ajusticiado, lo que son las cosas, por un gol de Kingsley Coman, un muchacho nacido en París, canterano del PSG desde que tenía ocho años y que abandonó el club en 2014 observando las pocas opciones que tendría de triunfar en un equipo hecho a base de talonario. Un talonario que parece no acabarse y que es capaz de responder a una amenaza del Barcelona con Verratti de protagonista fichando sin despeinarse a Neymar.
Pero no ha sido suficiente hasta hoy. Ni Neymar ni Mbappé, la joya de la corona para los hinchas, han sido capaces de liderar ese paso final hasta la cúspide y se entiende que desde París se atienda de manera especial la resolución de la Liga española. Si el Barça no es capaz de conquistar el título se sospecha que habrá más opciones de convencer a Messi para atender la oferta del PSG, que le ofrecerá todo aquello que pueda desear para convencerle.
Y para que lidere, a las órdenes de Pochettino, a un equipo que, más que nunca, vivirá con la obsesión de lograr una Champions que este martes, una vez más, le fue esquiva.