El juicio es duro pero cierto. El entrenador del Manchester City se equivocó en la forma de plantear el partido y ya no supo corregirlo
No se trata de repetir lo que ya todos sabemos. Pasa más bien por enfatizar las enormes responsabilidades del técnico del Manchester City en el resultado de este sábado. Pep Guardiola se equivocó en la forma de plantear el partido y su equipo, a partir de ahí, ya no supo corregirlo.
Pero es que después también le tocaba a él encontrar soluciones que evidentemente no encontró. Pep no corrigió ni bien ni a tiempo. Permitió que el partido se jugará bajo un guion más acorde con el Chelsea y no supo cómo cambiar el juego a la hora de modificar.
El juicio es duro pero cierto. Al final, se trata del mejor técnico de nuestros días y con méritos de sobra para ser igual el mejor de la historia. Se sabía de antemano que, fuera cual fuera el resultado, los titulares girarían en torno suyo.
Tampoco es que sea sólo su culpa. A sus decisiones, seguramente equivocadas la mayoría, se suman dos factores también determinantes en el resultado. Uno, el bajo nivel de juego que tuvieron sus futbolistas; y el otro, el grandísimo partido que jugaron varios de los hombres del Chelsea guiados por un Thomas Tuchel mucho más acertado que su contraparte.
Al debilitamiento del Manchester City que supuso de entrada el planteamiento de Pep Guardiola, siguió después la ejecución de muchos de sus jugadores. El primero, Kevin De Bruyne. Porque hasta antes del golpazo que recibió el belga, su participación fue limitada y bastante alejada de lo que se esperaba de él. Llamado a mostrarse en un escenario que lo acercara al escaparte del Balón de Oro, De Bruyne quedó muy lejos de eso. Tampoco se acercó Ilkay Gündogan. Y no me refiero ya a esos niveles. Le hubiera bastado al alemán jugar en uno similar al que tuvo toda la temporada. Estar sin un medio centro lo condicionó demasiado y lo sacó de la zona donde más pudo haber pesado.
No fue el partido de Phil Foden, y Raheem Sterling no aprovechó la guardiolada que supuso su titularidad. Al final, Pep sí sobre pensó el partido y de su sorpresa con la titularidad de Sterling el único sorprendido fue él. Ni Bernardo Silva ni Riyad Mahrez jugaron el partido esperado.
Por contra quedó el Chelsea. Decidido, convencido. Mucho más determinado y con las ideas más claras. Tuchel consiguió un partido seguramente muy parecido al que tanto imaginó y futbolistas como Reece James, César Azpilicueta, Jorginho, Mason Mount o Kai Havertz lo entendieron y lo interpretaron mejor. Con N'Golo Kanté a la cabeza de todos. Y es que, a la cabeza, pero del técnico alemán, habría que entrar para tratar de saber por qué a su llegada prescindió del que acabó siendo su mejor jugador. Si Mateo Kovacic no se lesiona semanas atrás, quién sabe cuánto hubiéramos visto del francés y qué hubiera pasado con el Chelsea.
Pero el hubiera no importa y menos cuando se gana. Por eso tampoco vale mucho la pena pensar en "y si no se cruzaba Antonio Rüdiger… o… y si definía mejor Sterling". Las ocasiones del City fueron contadas y minimizadas también por un Chelsea impecable. Si en el equipo de Pep Guardiola no se asomó nadie para reclamar reflectores fue también porque todos estaban apuntados ya a Kanté. Del francés se esperaba todo el protagonismo que dio y que le valió después el MVP del partido. A partir de cómo dominó él el juego fue que el Chelsea se adueñó de su segundo título europeo.
Y sí, Kanté jugó un gran partido, el Chelsea tuvo muchos méritos y en el City tal vez pesó demasiado la inexperiencia o la presión que lo tenía favorito y obligado a ganar. Pero todo empieza explicándose con las decisiones de Pep para arrancar el juego. Por eso se puede decir que Pep Guardiola perdió la Champions.