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El gol de Freddy Rincón a Alemania en el Mundial del 90 define el espíritu del fútbol colombiano

Desbordados en emoción, gritaron primero, se abrazaron después y al final describieron. Como cualquiera de nosotros, hubo periodistas en esa tarde del 19 de junio de 1990 a los que el sentimiento de hincha los superó en el estadio Giuseppe Meazza de Milán.

YouTube devuelve los recuerdos de esos relatos radiales con sonido de AM y la camiseta de Colombia en la piel. “Gol gol, gol, gol…Dios es colombiano”, vibró Edgar Perea. “Gol de Colombia, gol de Rincón, que lo sepa todo el mundo”, gritó “Paché” Andrade.

Un relator argentino, Osvaldo "Turco" Wehbe, lo narró combinando fiesta y alma. “Hermano colombiano trepáte a un árbol…andá gritá, gol de Colombia…en una tierra golpeada por tantas cosas feas, el milagro es colombiano, salió de un libro de García Márquez...”

Es el que más se ajusta a lo que representó ese 1-1 de Freddy Rincón. Por el fútbol de toque con el que sedujo Francisco Maturana. También como representación de nuestra rebeldía para afrontar la adversidad.

La anotación que hizo Pierre Littbarski a los 88 minutos no derrumbó las convicciones de esa Selección en el Mundial. Sin alzar la voz, el técnico ordenó desde la línea y sus jugadores aplicaron el credo: presión, recuperación, pase y ataque.

La cadena de toques empezó con Leonel Álvarez cerca del área; avanzó hasta el campo alemán a través de Luis “Bendito” Fajardo; anunció el peligro tras el control de Carlos “El Pibe” Valderrama y la triangulación de primera con Rincón para atraer marcas y liberar el espacio al que llegó el pase definitivo. El mediocampista de Buenaventura terminó la jugada con un remate por el medio de las piernas del portero Bodo Illgner.

Golazo hecho de Colombia. Alegría, color, pasión, juego por el piso, toco y me voy. Fe hasta el último momento. Honrar la pelota. Recordarlo 32 años después genera lo mismo. Primero grito, luego abrazo y al final descripción.

La expresión más exacta que define el fútbol que sentimos, el que nos representa, el nuestro. La emoción desborda al periodismo. Gracias Freddy Rincón.

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