El Boca de Bianchi. Con esa frase se suele identificar a uno de los equipos más importantes de la historia xeneize. El ciclo del Virrey arrancó a mediados de 1998 y en poco tiempo llevó a Boca a lo más alto: títulos locales, récord de partidos invicto, victorias ante River, finales ganadas de Libertadores y del Mundo…
Uno de los momentos de gloria que el club de la Ribera tuvo con Bianchi en el banco fue la conquista de la Copa Libertadores de 2001, del que hoy se cumplen 20 años. Fue el segundo bicampeonato de América de la historia del club, luego del obtenido por el Toto Lorenzo en 1977 y 1978.
Boca venía de romper en el año 2000 una larga racha sin ganar la Copa Libertadores, una racha de 22 años. El equipo que Bianchi había moldeado tenía alma ganadora y quería más. A esa Copa llegó con algunas bajas importantes en relación a la Copa anterior: la más notoria, sin dudas, fue la del goleador Martín Palermo, quien había emigrado a Europa, al igual que Walter Samuel y el Vasco Arruabarrena.
De todos modos, el plantel tenía a muchos jugadores de enorme jerarquía que fueron la base de esa primera etapa: Juan Román Riquelme, el arquero Oscar Córdoba, el Patrón Bermúdez, Chicho Serna, el Negro Ibarra, el Chelo Delgado y Guillermo Barros Schelotto, entre otros.
Pero el Virrey sabía armar equipos más allá de las individualidades y las ausencias no se sintieron, o se sintieron en menor medida. Boca arrancó en el Grupo 8, compartiendo zona con Cobreloa, Deportivo Cali y Oriente Petrolero.
El Xeneize ganó el grupo con autoridad, sumando 15 puntos de los 18 posibles. Se impuso en todos los partidos, salvo en el último, cuando perdió 3 a 0 de visitante ante Deportivo Cali, cuando jugó con varios suplentes por estar ya clasificado primero en la zona.
En octavos de final tocó un duro rival: Junior de Barranquilla. El Xeneize se llevó un valioso triunfo de Colombia, donde ganó 3 a 2, pero sufrió de local en La Bombonera, donde empató 1 a 1. Justamente en su casa, iba a lograr apenas un triunfo en los partidos decisivos de mano a mano.
La única victoria en su estadio fue en cuartos de final, donde enfrentó a Vasco da Gama: en el partido de vuelta lo derrotó 3 a 0, mientras que en la ida, de visitante, se había impuesto por la mínima diferencia.
Las semifinales fueron una verdadera batalla: llegaba nada menos que Palmeiras, equipo al que Boca había derrotado por penales en la final de la edición del 2000. Dos rivales duros, con experiencia, que se conocían de memoria. Un choque con sabor a revancha para los brasileños que se vivió y se jugó al límite.
En la ida, en La Bombonera, empataron 2 a 2. Dos veces se había puesto en ventaja el conjunto brasileño, pero a través de Barros Schelotto y Barijho, Boca logró empatar el marcador. Quedaba sin embargo la vuelta, en Brasil.
Allí, en apenas 16 minutos y con un Riquelme intratable, Boca ya ganaba 2 a 0 a los 16 minutos de juego, con goles de Gaitán y de Román. Pero luego Fabio Junior y Bermúdez, en contra, sellaron el 2 a 2. En el medio, pasó de todo: dos hinchas brasileños entraron a agredir al juez de línea y Bianchi, que estaba suspendido y vio el partido desde un palco, recibió un proyectil que le cortó la frente.
Al final, otra vez hubo que ir a los penales. Y nuevamente Oscar Córdoba se transformó en figura al atajar dos remates. Boca pasó a la segunda final consecutiva, donde esperaba Cruz Azul, de México.
La serie ante Palmeiras desnudó internas entre los jugadores y la dirigencia. “Paguen y cállense” y “Salvestrini al psicólogo”, decía una de las camisetas que lucía Chicho Serna, entre otros, en el vestuario. Mientras los jugadores xeneizes reclamaban por los premios de esa Copa, Orlando Salvestrini, el tesorero del club, había declarado antes de la revancha con Palmeiras: “Los jugadores están un poco histéricos, tendrían que ir a un psicólogo. Tal vez no quieran viajar porque le temen a algo”.
Para muchos futbolistas, esas palabras de Salvestrini fueron un incentivo, el motor que necesitaban para seguir demostrando que estaban a la altura de lo que Boca exigía. El plantel, con Bermúdez a la cabeza, le había contestado al tesorero con un comunicado: “Sobre las declaraciones del señor Salvestrini, hacemos conocer nuestro más grande repudio, dado que este plantel al que dijo que le hace falta un psicólogo y además, según él, tiene miedo al fracaso, le recuerda que en tres años salió campeón tres veces de la Argentina, y también de América y del mundo. Afortunadamente, él no tuvo nada que ver con estos logros”.
Finalmente, Boca fue campeón, aunque también con sufrimiento. Tras ganarle 1 a 0 a Cruz Azul de visitante con gol de Delgado, iba a perder de local, también 1 a 0, tras el tanto de Francisco Palencia. Y otra vez los penales iban a darle a Boca la segunda Libertadores consecutiva.
“Llegamos a este partido con lo justo, con jugadores que no estaban al ciento por ciento en lo físico. Pero sacaron fuerzas para poder ir a los penales y gracias a los muchachos todo terminó en fiesta”, reconoció Bianchi tras el sufrido título.
Fue, de alguna manera, el final de un ciclo. Boca llegó a otra final del mundo, donde perdió con Bayern Munich, y tras la partida de varios jugadores, en diciembre de 2001, Carlos Bianchi cerró su primera etapa en el club. Luego volvería, en 2003, para seguir haciendo historia.