Liga de Quito se consagró campeón de la CONMEBOL Sudamericana 2023 y fue protagonista junto a Fortaleza de una tensa final que debió definirse en tanda de penales, despertando en todos los aficionados un continuo de emociones antagónicas propias de un gran partido de fútbol.
En ESPN repasamos todo lo vivido en las tribunas del estadio Domingo Burgueño Miguel de Maldonado, escenario del encuentro que le permitió a Liga volver a ser campeón a nivel continental.
En los minutos previos a la salida de los equipos, el entrenador argentino Juan Pablo Vojvoda fue el más aplaudido cuando se repasó el plantel brasileño, por encima de los jugadores Tinga, Titi o Pikachu. En Liga, el mayor reconocimiento fue hacia el peruano Paolo Guerrero, superando a Alexander Domínguez y Facundo Rodríguez.
Cuando comenzó el partido, había paridad en la cancha y en las tribunas. No se puede definir cuándo la intensidad del juego es efecto del bullicio de las hinchadas y cuándo es causa.
En juego y en fervor, Fortaleza era mínimamente superior en los primeros minutos. Los Albos intentaron responder desde las gradas con su ‘¡Vamos Centrales que esta tarde tenemos que ganar!’, pero ni ellos ni Guerrero en cancha podían torcer el trámite cuya temperatura estaba marcada por los quites y recuperaciones del volante José Welison, ‘el Felipe Melo de Fortaleza’, según se comentó en la tribuna.
El juego de los brasileños comenzó a decaer y también el entusiasmo de sus simpatizantes, que intentaron ser causa y no consecuencia cuando se afirmaron en su ‘¡Leão! ¡Leão!’ ante el remate de Jhojan Julio.
A los 33’ llegaron los primeros insultos ecuatorianos al árbitro venezolano Jesús Valenzuela, y tres minutos más tarde algunos brasileños pidieron revisión vía VAR luego de que Guerrero recibiera la tarjeta amarilla, lo que aumentó la temperatura del entorno.
“Yo te daré, te daré Liga hermosa…”, respondía la banda de los Centrales y el primer tiempo llegaba a su fin para que la pelota descansara y las gargantas también.
El inicio del complemento fue a puro lamento para los de Liga: primero fue el mano a mano que el golero João Ricardo ganó ante Julio, y luego fue el gol de Juan Martín Lucero.
El empate con el golazo de Lisandro Alzugaray, quien había ingresado en el primer tiempo bajo unos tímidos aplausos, despertó a los hinchas de Liga. El zaguero Rodríguez quería levantar y arengar a todos, compañeros y aficionados.
Los brasileños sintieron el impacto en simultáneo, con la única diferencia que los de la tribuna comenzaban a perder la paciencia con los ataques más efectistas que efectivos de Marinho en el verde césped.
La final ya era una verdadera final. Los gritos, los reclamos sin argumentos, los silencios cargados de nervios y el aire tenso avisaban, por si quedaba algún distraído, que el fin de la jornada en Maldonado iba a parir un nuevo campeón continental.
Domínguez y los hinchas impulsaban a Liga ante la reacción brasileña; sostén reforzado por la mejora de Ricardo Adé. Tanto fue así, que para cuando las luces debieron encenderse ante la bajada del sol, los Albos estaban mejor en cancha.
Llegó el pitazo final de los 90, y lo que ningún simpatizante había pronosticado en la previa iba a ocurrir: el partido debía definirse en alargue. Las hinchadas tuvieron un buen ida y vuelta, cada una con sus cánticos característicos, y el tiempo extra comenzó a disputarse.
Los silbidos brasileños denotaban lo incómodo que estaba su equipo en el campo de juego durante gran parte de los primeros quince minutos del alargue. La media hora se vivió con absoluta tensión, el marcador no se movió, y entonces llegaron los penales.
Los de Liga volvían a explotar cuando se rompió el círculo del plantel ecuatoriano con las palabras del golero suplente Adrián Gabbarini, y la niebla se instalaba definitivamente en el Campus para darle un marco aún más tenebroso a esa solitaria caminata de los rematadores.
El arquero argentino fue de los más activos durante la tanda de penales, y luego de protestar la decisión de que los penales se ejecutaran en el arco que daba a los hinchas de Fortaleza, fue el primero en fijarse quién era el primer brasileño en patear mientras la mitad del estadio aún celebraba la atajada contra el disparo de Paolo Guerrero.
Los brasileños volvieron a gritar por su golero João Ricardo después del penal contenido a Silvio Romero que dejaba en igualdad la cantidad de penales rematados y los convertidos por cada equipo.
Empatados, nadie quería dar el brazo a torcer, pero Domínguez estiró los suyos más allá de su enorme humanidad y desató la euforia de Liga tapando ese último disparo de Emanuel Brítez para el triunfo por 4-3. Antes, había atajado el de Pedro Augusto, cuando no había margen de error y los de Fortaleza calentaban el grito de campeón que finalmente se escuchó en la otra mitad.
“Palo, palo, palo, palo bonito, palo, eh; somos campeones otra vez”, “Te daré Liga hermosa”, y otros hits de los Albos se convirtieron en el sonido ambiente de Maldonado ante el silencio brasileño.