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Barcelona golea un clásico abrazado a la fortuna y a Fermín López

El Barcelona cuenta sus Clásicos en Estados Unidos por victorias. Venció (3-2) en Miami en 2017, repitió (1-0) en 2022 en Las Vegas y goleó esta vez en Arlington por 3-0, su victoria más holgada en el marcador, aunque a la vista del partido fuera un resultado engañoso, lastrado y castigado el Real Madrid por los postes, hasta cinco, que le condenaron a la derrota antes de arrodillarse ante un destrozo tan inesperado como contundente, rendido a la exhibición del joven Fermín López.

Golazo de Dembélé, en jugada ensayada, de entrada, y golazo, en la parte final, del novel Fermín, con un obús lejano que sorprendió tanto como lo había hecho antes el francés. Y para postre, en el desemboque, el tercero de Ferran Torres, aprovechando que el joven canterano le regaló una asistencia que, ojo, dará que hablar del chaval.

Un Clásico invita a la intensidad. Necesita, en plena pretemporada, de ocultar defectos y mostrar al máximo virtudes y provoca, con más o menos acierto, que se saquen conclusiones tan aventuradas como, más aún a estas alturas del verano, precipitadas. El de Dallas, como el de Miami en 2017 y el de Las Vegas en 2022, lo volvió a ganar el Barça pero esta vez quedó la sensación de que mereció mejor suerte el Real Madrid, que se estrelló una y otra y otra vez, contra los postes.

Y quedó, también, la sensación de que nadie quiso perder en un partido que tuvo muy poco de amistoso, en el que se retiraron tres jugadores lastimados durante la primera mitad (Christensen, Gundogan y Mendy), hubo entradas fuera de medida, ocho amonestaciones y hasta un conato de trifulca generalizada antes de llegarse al descanso.

Si Xavi lamentó en cierta forma la intensidad con que se empleó el Arsenal en Los Ángeles, nadie pudo echar en cara pocas ganas o reservas de cualquier tipo en el Clásico de Arlington. Faltos de preparación y con cosas a mejorar, los dos grandes del futbol español gustaron por sus ganas. Nadie quiso perder.

Ganó el Barça gracias a un gol soberbio de Dembélé al cuarto de hora, en una jugada ensayada como hacía tiempo no se le veía al equipo azulgrana que tomó por sorpresa a todo el mundo. Logrado en pleno dominio, después de que Oriol Romeu, mucho más entonado que en su estreno frente al Arsenal, estrellase un obús en el travesaño, el equipo de Xavi Hernández disfrutó de una primera media hora feliz.

A partir de ahí, sin renunciar a su personalidad, dio un paso atrás quien sabe si obligado por el rival, y fue el Madrid el que llevó mayor dominio y peligro. Pero la fortuna le dio la espalda al equipo merengue. Si Vinicius desaprovechó la oportunidad de empatar al estrellar en el travesaño un penalti cometido por Araújo (segundo en dos partidos, y ambos fallados), la suerte se alió con el Barça después, cuando los postes, hasta en cuatro oportunidades, escupieron los remates madridistas.

El Madrid, ya se verá hasta qué punto cuando haya empezado la temporada de verdad, denotó que además de falta de suerte en un partidoconcreto le falta un goleador como lo fue en los últimos tiempos Benzema. Y lo pagó de mala manera cuando ya se había desesperado con los postes y Ter Stegen.

Apareció de la nada Fermín López, un interior multiusos que la pasada temporada jugó cedido en el Linares, y en sus 25 minutos de juego (sustituto de Pedri), encendió de nuevo al Barça. Se sacó de la manga un trallazo para sentenciar la victoria y redondeó su actuación asistiendo a Ferran Torres en tiempo añadido para convertir la victoria en goleada.

¿Conclusiones? Las habrá. Aventuradas unas y exageradas las otras. Pero para la historia quedará que el Barça apabulló al Madrid en Texas y que el Clásico en Estados Unidos sigue teniendo sabor azulgrana. Más allá de postes, merecimientos, suerte y demás.