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Dembélé y los zapatos de Neymar que nunca llenó

Ousmane Dembélé aterrizó en Barcelona en el verano de 2017, tenía 20 años y su mejor carta de presentación fue que al intentar definir sus condiciones como futbolista llegó a decir que no sabía si era zurdo o derecho, debido a su habilidad para manejar ambos perfiles por igual.

En un arrebato provocado por el despecho tras la intempestiva marcha de Neymar al PSG, el Barça le pagó más de 140 millones de dólares al Borussia Dortmund por el apodado ‘Mosquito’ u ‘Ous’, el mote de su infancia en Évreux, un pequeño municipio francés con menos de 50 mil habitantes situado en la Alta Normandía.

El talento del nuevo fichaje culé era incuestionable, con todo y que durante su presentación los nervios lo traicionaron y no logró lucirse dominando el esférico mientras las cámaras soltaban los flashes a la velocidad de la luz.

Sin embargo, se trataba de un futbolista que no sabía jugar futbol. Le costó un mundo entender y adaptarse a la filosofía del Barça, puesto que en sus primeras apariciones emprendía aventuras en solitario por la banda a toda velocidad, regateando a cuanto oponente se le atravesaba, sin hacer pausa alguna ni mucho menos asociarse.

No tardó en aparecer una mayor debilidad del francés: las lesiones. Para no darle muchas vueltas al asunto, basta con resumir que en seis temporadas con el Barcelona se lastimó en 15 ocasiones y la mayoría de ellas de gravedad.

La estadística revela que Ousmane se perdió 119 partidos que representan el 40 por ciento de la totalidad que pudo haber jugado vestido de azulgrana. Un escándalo.

Un síntoma recurrente que deja en evidencia su fragilidad es que la mayoría de las lesiones fueron musculares y lo alejaban de las canchas por espacios prolongados traducidos en meses.

Hoy que decide marcharse tras escuchar el canto de las sirenas proveniente de París, el balance indica que en cuanto a costo-beneficio el Barça sale perdiendo con Dembélé.

Le quedaron muy grandes los zapatos de Neymar, no logró ser el socio que Messi necesitaba en su momento ni mucho menos asumir un rol protagónico para conducir al club a la conquista de una nueva Champions League.

En las grandes citas brilló por su ausencia, aquejado por las lesiones o por la intermitencia que lo caracteriza. Es capaz de todo lo mejor, de lo inverosímil, pero también de las fallas más recordadas como aquella ante el Liverpool cuando Leo le puso el 95 por ciento de un gol para liquidar a los ‘Reds’ y erró de forma escandalosa.

Ese es el Dembélé que pierde el Barça, un talento único, con características de juego muy singulares que son difíciles de encontrar, pero al mismo tiempo un futbolista inestable, de cristal, cuya mayor garantía cada año es que se va a lesionar y por ende se ausentará un tiempo indefinido.