Lewandowski no jugó su mejor partido, pero resolvió cuando más se necesitaba y salvó al Barcelona con un doblete.
BARCELONA -- Robert Lewandowski recordará con ganas el triunfo del Barcelona ante el Celta Vigo. Se pasó 80 minutos sin encontrarse, sin combinar, sin rematar con acierto, sin ganar la posición y apenas sin recibir balones en condiciones... Y en un abrir y cerrar de ojos, en cuatro minutos mal contados, supo estar en el lugar oportuno para remachar sendos regalos de João Félix y João Cancelo. Imposible pedir más...
Fue la demostración, tarde pero milagrosamente a tiempo, de que la compañía y la pulcritud son necesidad en el juego de ataque de este Barça que gripó ante un Celta que no le concedió los espacios que sí le regalaron el Real Betis o el Antwerp. Y que, como el Getafe en el estreno de la temporada, supo aburrirle con una defensa ordenada y efectiva. Mejor que el equipo de Bordalás en ataque, el grupo de Rafa Benítez le dio dos estocadas que incluso pudieron ser más... Pero al no acertar le dio vida al Barça. Y ahí reapareció el gigante Lewandowski.
El polaco suma ya cinco goles en el campeonato liguero y rompe con cualquier duda que alguien pudier tener respecto a él. No tiene la frescura o la velocidad de sus tiempos jóvenes... Pero sigue siendo un '9' soberbio que tarde o temprano acaba por resolver. Lo hizo en una tarde especial. De esas que, seguro, no olvidará.
Joao Cancelo
Comenzó de lateral y acabó de interior y todocampista... y asistente y goleador definitivo. Cuando Xavi reclamó la llegada del portugués sabía la razón de su insistencia porque incluso en un partido irregular y en el que se mostró e menor nivel que en otras ocasiones acabó por ser uno de los futbolistas determinantes.
Buen acompañante de Lamine Yamal por la banda, supo regalar un centro preciso a Lewandowski para igualar el partido. Y no conforme con eso, con el Barça enrabietado y con más corazón que cabeza, supo encontrar el hueco oportuno cuando le buscó Gavi para dar el triunfo al campeón.
Ronald Araújo
Salió tras el descanso en lugar de Oriol Romeu y cambiando el Barça de dibujo también cambió de intensidad con la presencia del uruguayo, quien demostró su condición de intocable. El mejor corrector en defensa, con el resultado en contra se fue al ataque con determinación, lanzó un obús que casi fue gol, robó balones delante y detrás y provocó un despertar, tras el 0-2, con sus ánimos incansables.