BARCELONA -- Afirmó Luis Enrique en la sala de prensa que “solo se llevan 14 jornadas” de Liga y que el Barcelona había merecido la victoria, pero no debió caer en la cuenta que ante Sergio Ramos toda precaución es poca.
Es poca por cuanto el defensa andaluz que condujo el Clásico a su igualada final se confirmó como el futbolista más determinante de un Real Madrid que se sostiene en sus milagros en los momentos más trascendentales.
Cuando el Madrid bordea el abismo, ahí aparece Sergio Ramos en modo salvador y es a partir de su historia que choca comprobar cómo pudo rematar con tal comodidad el centro de Modric cuando el Barça se abrazaba ya al triunfo.
Su imagen en la final de la Champions disputada en Lisboa, cuando salvó al Real Madrid de la derrota frente al Atlético de Madrid el 25 de mayo de 2014, se mantiene en el imaginario merengue y sigue provocando pesadillas a los colchoneros. Pero aquel rescate no fue ni el primero ni el último del que se ha beneficiado su equipo a lo largo de los años.
Señalado no pocas veces con ocasión de un Clásico en que su figura quedó retratada ante un Barça que humilló a su equipo, a Sergio Ramos le faltaba en su colección un partido para recordar ante el máximo rival. Es indudable que este gol no tiene el peso definitivo de otros, pero, quien sabe, pudiera ser a la postre decisivo en el devenir de una Liga que durante media hora se apretó y que él volvió a destensar a favor de los suyos.
ENTRE EL RECORD Y LA LEYENDA
Gracias al gol del zaguero, el Madrid prolongó su racha de invicto hasta los 33 partidos para quedarse a uno del record del club, que mantiene desde 1989 La Quinta del Buitre, que dirigida por Leo Beenhakker y apoyada en los goles de Hugo Sánchez enlazó 34 encuentros sin perder.
Si el Madrid sale bien librado del encuentro frente a Borussia Dortmund habrá igualado esa marca, pudiéndola superar el próximo sábado en el Bernabéu contra el Deportivo de La Coruña.
Ese récord que persigue el Madrid tendrá a Ramos como protagonista indudable gracias al gol de este sábado en el Camp Nou y a otros en el pasado reciente que mantuvieron en pie a un equipo agonizante.
Su figura, mayúscula, es la que salvó al equipo merengue en Trondheim, cuando en el minuto 93 marcó el gol con que empató la final de la Supercopa de Europa frente al Sevilla para dar paso a una prórroga que acabó en victoria gracias al gol de Carvajal en los últimos instantes del tiempo añadido.
El carácter ganador, ese gen indomable, del que hace gala Sergio Ramos es el que ha dado apoyo tantas veces al Madrid. El de su gol que abrió la consecución del Mundial de Clubs ante San Lorenzo o el que significó el 1-0 contra el Atlético de Madrid en la última final de Champions disputada en Milán el 28 de mayo de 2016.
Este es Sergio Ramos. El defensa que ya está instalado en la leyenda de un Real Madrid al que ha catapultado o sostenido según fuera necesario. Y que este sábado, en el Camp Nou, marcó un gol que, ya se verá, podría valer su peso en oro en la resolución de una Liga que tras 14 jornadas se dibuja más blanca que nunca.