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Julen Lopetegui: Lo que mal empieza...

MADRID -- La gestión de Julen Lopetegui como entrenador del Real Madrid ha durado 140 días.

No es la más efímera. Ese récord sigue perteneciendo a José Antonio Camacho, que fue entrenador durante 20 días en el verano de 1998. Sí lo es desde que Florentino Pérez volvió a la presidencia del Real Madrid en 2009. Y la que, más que cualquier otra, estuvo predestinada al fracaso antes de iniciar.

Su sorpresivo fichaje como entrenador del equipo merengue se hizo oficial el 12 de junio. El entrenador se encontraba, entonces, acuartelado en Rusia preparando el debut de España en la Copa del Mundo. No llegó a verlo. Fue el primer “infortunio” imprevisto en cuatro meses y medio de calvario que hoy han llegado a su fin.

Semanas antes había firmado una extensión de contrato hasta 2020 y el nuevo presidente de la Federación, Luis Rubiales, no dejó pasar la ‘traición’. A Rubiales no le importó perder los dos millones de euros estipulados en la cláusula de rescisión y lo cesó inmediatamente. Dos días después, era presentado en el Santiago Bernabéu. Una presentación incómoda. Extraña. Co un palco de honor repleto de socios que acudieron a mostrar su apoyo y blindarle de las preguntas incómodas de la prensa.

“Ayer fue uno de los días más tristes de mi vida, hoy es el más feliz”, dijo entonces Lopetegui, que acababa de firmar un contrato por tres años con la institución.

Los problemas que se veían venir desde que Zinedine Zidane anunció su marcha dos semanas antes con un “aquí no voy a ganar nada más” por delante se materializaron un mes después.

El 11 de julio, una semana antes de que el Real Madrid diera inicio oficialmente a la pretemporada, Cristiano Ronaldo cumplió con su amenaza. Se marchó a la Juventus y dejó al equipo merengue, y a Lopetegui, sin goleador.

El técnico pidió un delantero que compensara su ausencia. También un reemplazo para Mateo Kovacic, que se había marchado al Chelsea en busca de minutos que no tendría mientras tuviera a Luka Modric por delante. Le trajeron, en las últimas horas del mercado de verano, a Mariano Díaz. Para el centro de la cancha, tuvo que conformarse con la cantera. Marcos Llorente y Federico Valverde. Ninguno de los tres llegaron a convencer al técnico y apenas contó con ellos.

El debut oficial en la campaña lo pilló con un plantel a medio hacer, pero que ya entonces se veía con pocas posibilidades de recibir a algún refuerzo de categoría, y falló estrepitosamente.

Con el debut llegó el primer fracaso y título perdido. La Supercopa de Europa en que el Real Madrid cayó por 4-2 ante el Atlético de Madrid. La dolorosa derrota lo puso en el blanco de las críticas y, todavía sin haber dado inicio a la campaña liguera, se puso en duda su continuidad.

Pronto se calmaron las aguas. El Real Madrid, empujado por la inercia ganadora del curso anterior, tuvo el mejor inicio posible en la Liga, con tres victorias consecutivas. Dos de ellas por goleada. Gareth Bale y Karim Benzema, goleadores designados, acababan de firmar su mejor inicio como merengues. El primero había marcado en las tres jornadas; el segundo, cuatro goles en solo dos jornadas.

Para mediados de septiembre, cuando se cumplieron 100 días desde su llegada, el equipo merengue rebozaba en salud. Se había mantenido invicto en las primeras cinco jornadas de Liga, después de cuatro victorias y un empate, y había debutado en Champions League con una goleada por 3-0 ante la Roma. En ese momento, el único foco de preocupación se limitaba a la portería.

“No tenemos un problema en la portería; tenemos dos muy buenas soluciones”, repitió Lopetegui hasta el cansancio. Sin formalizarlo públicamente, designó a Thibaut Courtois como portero de Liga y a Keylor Navas, de Champions League. Es hora en que ninguno de los dos está del todo conforme con el reparto de juego. Y ni siquiera cuenta ya como el mayor problema en el equipo.

Lopetegui no lo sabía entonces. Soñaba con un futuro brillante.

“Se me han hecho muy cortos (los 100 días). Todo va tan rápido que la verdad no lo había notado. Trataremos de que sean muchísimos más; que el equipo esté preparado para ganar todas las competiciones”, dijo en la víspera del encuentro frente al Espanyol. No sabía que ese sería su último momento de felicidad en el banquillo. La victoria por 1-0 sobre el cuadro perico dejó pocas satisfacciones y muchas dudas; el Madrid fue incapaz en dar con la puerta rival y sus goleadores llevaban dos semanas sin dar señales de vida.

Desde entonces todo se fue a pique. Los últimos 40 días del técnico en el banquillo han sido un calvario. Real Madrid no ha vuelto a ganar en la Liga desde entonces; rescató apenas un punto de 15 posibles, en un empate 0-0 con el Atlético de Madrid. El resto, cuatro derrotas hasta llegar a la goleada por 5-1 a manos del Barcelona que firmó su sentencia. En Champions, consiguió vencer con mucha dificultad al cuadro más débil de la competición por 2-1 después de derrapar en Moscú frente al CSKA.

Entre medias, la peor sequía de la historia, ocho horas y un minuto sin marcar, que aunque ha llegado a su fin, no ha dejado de ser un problema. Bale y Benzema siguen sin ver puerta en Liga desde la jornada 3, mientras tres de los últimos cuatro goles merengues han sido marcados por Marcelo. Un defensa.

40 días en que Lopetegui se sabía condenado, pero no tenía otro remedio que negarlo una y otra vez. Incluso el domingo por la noche, cuando el equipo merengue tocó fondo en la séptima ocasión en la historia en que el Real Madrid encaja cinco goles en un clásico del futbol español.

La primera en ocho años; desde aquella ‘manita’ (5-0) de la temporada 2010-11, la primera con José Mourinho al frente, que solo se salvó tras conquistar el título de Liga. Mourinho tenía algo que Lopetegui no llegó a tener jamás. Los 40 goles que Cristiano Ronaldo firmó aquella campaña, incluido el 0-1 al Barcelona en la final de la Copa del Rey. El título que lo salvó de la quema.