OPINIÓN: Cartas desde Barcelona
BARCELONA-- Philippe Coutinho simboliza en el Barça de Valverde lo que fue Cesc Fábregas en el de Guardiola, Vitor Baía en el de Van Gaal o Meho Kodro en el de Cruyff. Peor aún, el brasileño no llego al Camp Nou como un excelente futbolista sino que lo hizo como el fichaje más caro de la historia del club azulgrana y llamado a convertirse en el mejor socio de Leo Messi. Catorce meses después su nombre evoca tristeza, melancolía y frustración.
En el Barcelona, sin embargo, su figura se entiende intocable y la defensa a ultranza que provoca a todos los niveles es absoluta. Valverde en la sala de prensa repite que Coutinho es tan aprovechable como especial y el vestuario se mantiene a su lado, conocedores como son sus compañeros que anímicamente el brasileño atraviesa un estado tan difícil como lo es futbolísticamente.
A partir de aquí, en el club, en los despachos, en los órganos de decisión, se extiende el silencio al hablar de él. Más aún cuando se trata de lidiar con las noticias, especulaciones o chismorreos, que le colocan fuera del Barça la próxima temporada.
El domingo le tocó a Daily Star aventurarse con un interés del jugad0r por marcharse al Manchester United, aseverando que, incluso, Coutinho habría contactado con futbolistas de los diablos rojos para que apadrinasen su desembarco en Old Trafford. Una noticia, otra, que fue recibida con incredulidad en los despachos del Barcelona.
Los 100 millones de euros que publicó el citado medio estaría en disposición de pagar el ManU por el traspaso del jugador brasileño no merece ni un solo comentario en el Camp Nou, donde se pone de manifiesto que la mejor manera de no rebajar el valor de un activo como es Coutinho es manteniendo que su figura es intocable.
En este aspecto se recuerda la gestión que se llevó a cabo con Cesc Fábregas, fichado al Arsenal en 2011 por 34 millones de euros y que al cabo de tres años llenos de sinsabores y decepción fue traspasado al Chelsea por 33 millones, una cantidad que fue recibida con gran alegría en el Barcelona entendiendo que el valor del hoy jugador del Mónaco había caído en picado.
Lejos queda Vitor Baía, comprado por cerca de 7 millones de euros en el verano de 1996 y la consideración de mejor portero del mundo… Y que tres años después regresó al Porto con la carta de libertad después de una permanencia deprimente en el Barça.
CALMA
Ahora a Coutinho se le quiere mantener a cualquier precio la consideración de crack. Nadie, nadie, tiene una mala palabra pública ni privada para el brasileño y la política oficial en el Camp Nou pasa por expresar que es uno de los cracks del vestuario, llamado a liderar al equipo en los próximos años.
Eso no significa que Coutinho sea innegociable. Menos aún intransferible. Sucede que el Barça, que pagó 135 millones de euros por su incorporación en enero de 2018, que pueden dispararse hasta los 160 y le convierten en el fichaje más caro de la historia del club, no puede permitirse el lujo, tal y como está si situación financiera, de malvender al jugador.
Ni hay urgencia ni impaciencia al esperar acontecimientos alrededor del futbolista brasileño… Pero a nadie escapa que si llegase el Manchester United, el Chelsea (de obtener la cautelar por TAS para poder fichar) o el mismísimo PSG, enemigo irrecociliable del Barça, con una oferta cierta que superase los 110 millones de euros el trasvase sería una realidad.
Coutinho no se toca. Pero para nada es intocable…