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Setién, sustituto 'incuestionable' en el banquillo blaugrana

BARCELONA -- Quique Setién fue el elegido. El entrenador cántabro, de 61 años y que dirigió hasta el final de la pasada temporada al Betis de Guardado y Láinez, ‘ganó’ el casting del Barcelona no por abrumadora mayoría pero sí, entre otras, por una razón de peso: la directiva necesita un paraguas ante las críticas que se multiplican en su contra y la condición de cruyffista confeso e innegociable del técnico se consideró la mejor carta de presentación ante los aficionados.

Y así se entiende que, contra todo pronóstico, el club azulgrana le extendiera un contrato por lo que resta de temporada y las dos siguientes, hasta junio de 2022, con lo que de entrada la llegada, anunciada, de Xavi Hernández al acabar este curso quede fuera de plano y hasta en duda su tan proclamado próximo desembarco en el Camp Nou. Todo queda, otra vez, a expensas de los resultados y, más aún, como se ha visto con el caso de Valverde, con las sensaciones que traslade el equipo bajo el mando de su nuevo entrenador.

De alguna manera podría decirse que Setién llega al Barcelona con siete meses de retraso, ya que cuando el Barça perdió la final de Copa la pasada temporada con el Valencia su nombre círculo ya como factible sucesor de un Valverde al que Bartomeu, en primera persona, salvó del despido. Lo era tanto por su inquebrantable y proclamada filosofía como por la exhibición con la que conquistó al Camp Nou en noviembre de 2018, cuando al mando del Betis logró un 3-4 magnífico en la que es hasta hoy última derrota liguera del Barça como local.

Aquella tarde el equipo verdiblanco, con una presión muy alta, un fútbol descaradamente ofensivo y tres centrales descompuso a un Barcelona que apenas pudo evitar el sonrojo con el doblete de Messi, catapultándose al plano Junior Firpo con una actuación que comenzó a acercarle al club azulgrana y que provocó que el nombre de Quique Setién comenzase a ser tenido en cuenta alrededor del Camp Nou.

Setién despierta por su filosofía futbolística muchos apoyos alrededor del club azulgrana, entendiéndose así que después del terremoto sufrido en los últimos días con la salida de Valverde su elección provocó elogios prácticamente unánimes.

El Barça necesita urgente y desesperadamente recuperar el ánimo y el carácter futbolístico, tan arriesgado hasta el límite como atractivo (en teoría) acabó de convencer a Bartomeu, a fin de cuentas el responsable último de la elección en una terna de la que el nombre de Pochettino cayó de inmediato por la postura contraria de la inmensa mayoría de directivos, e imponiéndose a otras candidaturas como las de Massimiliano Allegri, quien fue ofrecido a primera hora de la tarde, o Javier García Pimienta, entrenador del filial y apuesta de la casa pero sin experiencia en la élite.

Futbolista que jugó más de 400 partidos de Liga entre 1977 y 1996 con Racing de Santander, Atlético de Madrid, Logroñés y Levante, la carrera de Setién como entrenador supera los 500 partidos desde que debutó en el Racing en 2001 y no asentándose en la élite hasta que en 2017 llegó al Betis, después de seis años al frente de un Lugo en el que, jugando en Segunda División, apuntaló sin disimulo un sistema de juego atrevido, de toque, combinación y posición que le convirtió en un entrenador de marcadas tendencias cruyffistas, comparado en su apuesta a Guardiola y en su tardía eclosión a Maurizio Sarri, hoy entrenador de la Juventus y que no entró en la élite hasta que en 2015 se hizo cargo del Napoli.

INCUESTIONABLE

“Habría dado un meñique por jugar con Cruyff” dijo en su día, en una declaración de principios de la que nunca se ha escondido. “Tenemos un compromiso con el espectáculo. Hay gente que quiere ganar sin importarle la manera, pero hay que guardar las formas” aseveró, cuando dirigía a Las Palmas, en una manifestación indiscutible de su idea.

Setién se alinea de manera innegociable con la filosofía guardiolista. “Si jugamos bien acabaremos ganando” proclamó, ya en el Betis, para, en sus momentos más difíciles, dejar claro que por nada iba a cambiar: “Si tengo que perder será con mis ideas” resolvió a una pregunta incómoda, cuando su popularidad en el club verdiblanco empezaba a caer en picado.

Dicen de él que es una persona de trato difícil pero futbol inmenso, que no se deja amedrentar por los futbolistas y que, como Guardiola, no deja nada a la improvisación, manteniendo un control absoluto de la plantilla ya sea con la estrella más rutilante como con el aspirante más joven. Y ese carácter, que le dio problemas en el pasado, habrá que ver cómo encaja en un vestuario como el del Barcelona