BARCELONA -- Mestalla siempre ha sido un escenario especial, difícil y apasionante, para el Barcelona. En el campo del Valencia ha sufrido derrumbes varios en la Liga, históricos en la Recopa (1980), la Champions (2000) o la Copa (2008) pero también allí, donde cumple 14 partidos sin conocer la derrota (5 victorias y 9 empates), ha disfrutado de jornadas inolvidables. Y quizá una de las más recordadas sea la del 3 de marzo de 1985, cuando a falta de siete jornadas para acabar la Liga consiguió una victoria, goleada por 2-5, que le disparó hacia la conquista del título de Liga.
El Barça de Venables volaba en el campeonato, con una ventaja de nueve puntos sobre el Atlético de Madrid tras el empate entre ambos en el Camp Nou, que mezclaba sensaciones de euforia con las habituales de temor. Nadie olvidaba que tres años antes, en 1982, al equipo azulgrana se le había escapado una Liga que tenía en el bolsillo al padecer un derrumbe inédito en las seis últimas jonadas, en las que sumó apenas dos empates y sufrir cuatro derrotas que entregaron el título en bandeja a la Real Sociedad, borrando los 5 puntos (entonces la victoria se contabilizaba con dos puntos) que en la jornada 28 (entonces eran 34) tenía de ventaja.
Esta vez, tras la fecha 26, su ventaja sobre el Atlético de Madrid era de 9 puntos y la visita al Valencia, quinto en la tabla y jugándose su participación en la Copa de la UEFA, se adivinaba casi decisiva en su sueño de conquistar un torneo que no lograba desde once años antes. Y acompañado en las gradas por más de 10 mil seguidores (el mayor desplazamiento de aficionados en un partido de Liga) el equipo azulgrana consiguió una victoria, goleada, tan histórica como se supo ya definitiva.
Fue un domingo en el que Bernd Schuster completó una de sus actuaciones más memorables, anotando un gol soberbio tras robar un balón a Castellanos en el centro del campo para escaparse por velocidad y marcar de disparo cruzado el que fue 1-2 en pleno festival de juego, durante una primera mitad que comenzó perdiendo por 1-0 (anotado por el entonces joven y futuro azulgrana Roberto) y acabó con un incontestable 1-4 que la hinchada barcelonista disfrutó a lo grande.
Invicto desde diez jornadas antes y cada vez más distanciado en la clasificación del Atlético, el Barça conquistó en Mestalla una victoria tan magnífica como definitiva en su cabalgada hacia una Liga que cerraría tres fechas después, en Valladolid, con el legendario penalti de Urruti.
Pero si la tarde de Valladolid fue la que pasó a la historia y la leyenda, la de Valencia fue la que Venables, Schuster, Migueli, Rojo, Urruti, Archibald, Alexanco, Marcos, Julio Alberto y el barcelonismo en pleno entendió como clave definitiva para romper una sequía de once años sin ganar la Liga... Una circunstancia hoy imposible de imaginar alrededor del Camp Nou.