BARCELONA -- Carles Puyol personifica en la historia moderna del FC Barcelona el ejemplo de la constancia, el atrevimiento, sufrimiento, riesgo y, por encima de todo, el no rendirse jamás. Fue su voluntad permanecer en el club cuando tenía las puertas abiertas para irse y fue su perseverancia la que convenció a Louis van Gaal. De haber aceptado las directrices de la directiva de aquel momento quien sabe si Puyol sería hoy una leyenda en azulgrana…
El capitán del mejor Barça de la historia cumple este 13 de abril 42 años apartado del primer plano pero formando parte del entorno, palabra creada por Johan Cruyff hace tres décadas y que sirve para, entre otras cosas, hacer mención a quienes sin estar en el club son personajes cuya figura tiene un peso evidente alrededor del Camp Nou.
Agobiado por las lesiones que le martirizaron en sus últimas tres temporadas, Puyol anunció en marzo de 2014 su retirada después de quince años en el primer equipo, siendo el cuarto futbolistas con más presencias (593 partidos) desde que debutase un dos de octubre de 1999 frente al Valladolid y hasta que se despidió el dos de marzo de aquel 2014 en el Camp Nou contra al Almería, diciendo adiós con un gol que redondeó su excepcional carrera.
Primer y único capitán de la historia del fútbol profesional que levantó seis trofeos en un año (2009), sumó hasta 21 títulos en azulgrana, además de la Eurocopa de 2008 y el Mundial de 2010 con la selección española, a la que defendió en 100 partidos desde su debut de la mano de José Antonio Camacho frente a Holanda el 15 de noviembre de 2000 y hasta su despedida, bajo la dirección de Vicente del Bosque el 6 de febrero de 2013 ante Uruguay.
Referirse a Puyol es referirse a un futbolista entregado a un solo club durante toda su carrera profesional, a un deportista que siendo el elemento más destacado de una era deprimente, en los primeros años del siglo XXI, decidió apostar por su continuidad rechazando ofertas muy ventajosas que le llegaron desde el Calcio y solventó continuar en un Camp Nou que idolatraba ya su entrega innegociable a cada partido.
“Siempre puede ser el último partido y siempre hay que jugarlo como tal” dijo en una ocasión para explicar ese nivel de compromiso en el terreno de juego, ya fuera en un Clásico en el que podía anular a Luis Figo sin necesidad de hacerle una sola falta o en un partido sin trascendencia ninguna. “La camiseta obliga” resumía…
Puyol obtuvo pronto galones en el vestuario del Barça. Catapultado por Van Gaal, se mantuvo indiscutible con Serra Ferrer, Rexach y Antic antes de comenzar la primera gran época a las órdenes de Frank Rjkaard y asentarse en la leyenda con Guardiola. Tito Vilanova ya no pudo disfrutar de su mejor versión y con Gerardo Martino llegó el momento del adiós, cuando su figura había entrado ya con letras de oro en las páginas del club azulgrana.
Capaz de afear en el césped a Piqué que se quejase del público rival en el Santiago Bernabéu o de regañar a Dani Alves la celebración de un gol en Vallecas, Puyol hizo del respeto por los rivales una condición innegociable, razón por la que nadie, nunca, pudo echarle nada en cara.
Discreto fuera del campo, tras su retirada tuvo una corta experiencia como adjunto de Zubizarreta en la secretaría técnica del club, que abandonó tras el despido del director deportivo, rechazando las invitaciones posteriores a regresar al club pero manteniendo, siempre, un perfil alejado de cualquier polémica.
Alrededor del Camp Nou se entiende muy posible su reingreso más tarde o más pronto porque si no se puede entender un Barça sin la presencia de aquellos que le hicieron grande en el terreno de juego, es imposible imaginar que Carles Puyol, el Noi de la Pobla, no forme parte de ello