Una ciudad que respira fútbol como pocas en la zona. Una afición al estilo de las sudamericanas. Un estadio en el que retumban los cánticos. Un solo club para unas 120.000 personas. En ese contexto se mueve el Cádiz CF, de la Segunda División española.
Allí juega Alfonso Espino desde enero de 2019. En marzo, el lateral exNacional contó en una entrevista con el club que tras salir del tricolor tuvo chances de ir a Argentina, pero quería dar el salto a Europa. Cuando se enteró de la oportunidad del Cádiz se puso muy feliz, y si bien los primeros meses de adaptación fueron difíciles, hoy en día es uno de los favoritos de la afición.
Pero Espino no es el primer uruguayo en ganarse a la hinchada del Submarino Amarillo. Hace algunos años hizo lo mismo Andrés Fleurquin, aunque el pionero fue Víctor Espárrago antes que él.
Espárrago, un prócer desde el banco
Al histórico jugador de Nacional, Víctor Espárrago, el respeto de los cadistas no le llegó por ponerse la camiseta amarilla sino por su desempeño como entrenador. Después de un buen par de temporadas en el Recreativo de Huelva, Espárrago pasó a dirigir al Cádiz en 1987 y llevó al club a la 12ª posición en la tabla, la más alta en su historia. En esa etapa dirigió al uruguayo José Luis Zalazar y al emblemático jugador salvadoreño, Jorge “Mágico” González, uno de los grandes ídolos del folklore cadista.
Casi 20 años después, en 2004, y tras pasar por varios equipos en España, Espárrago volvió a tomar las riendas del Cádiz. Esa vez, contó con Andrés Fleurquin para su equipo y vaya si la apuesta valió la pena. El Submarino Amarillo ascendió a Primera División en ese ciclo, donde no estaba desde 1993, aunque no pudo permanecer más que una temporada. De todas formas, Espárrago es, hasta el día de hoy, el último entrenador del Cádiz que lo llevó a la máxima categoría.
En 2010, ya con 64 años, volvió a dar una mano al club, que tenía un mal pasar en Segunda. “Si no hubiera sido el Cádiz, no habría venido”, dijo en su presentación. Sin embargo, el referente del club tuvo que soportar una mancha en su gran historia con el equipo ya que no pudieron mantener la categoría y descendieron a Segunda B.
“La verdad es que las tres etapas fueron muy buenas. En la última no pudimos salvar la categoría, el Cádiz tenía muy pocos puntos, hicimos buen puntaje en la segunda vuelta, pero no se alcanzaron los 50 puntos y descendimos. Ahora con 50 puntos eso no hubiera pasado. Las otras dos fueron bonitas, la gente, el ambiente, la plantilla, los directivos, fue una cosa muy buena para mí y lo tengo y lo tendré siempre en el recuerdo”, dijo en 2017 al sitio del club.
Fleurquin, de trabajador del medio a capitán
Andrés Fleurquin ya había brillado en Defensor, y pasado por las ligas de Austria, Turquía y Francia cuando llegó al Córdoba de España en 2003. Allí estuvo solo una temporada y luego viajó a Cádiz cuando asumió Espárrago. En entrevista con ESPN, el exjugador y actual vicepresidente de Defensor Sporting, dijo que no fue el hecho de que asumiera su compatriota lo que lo sedujo de vestirse de amarillo. “Me convenció el hecho de ir a Cádiz. A cualquier jugador de España le hubiese gustado pasar en algún momento por ese club. Se vive el fútbol de una manera diferente. Cádiz es una ciudad muy particular donde el fútbol tiene una importancia suprema, impresionante. A todo el mundo le gusta el fútbol y hay un solo equipo, son todos del Cádiz. Es uno de los equipos de España donde se vive con más fanatismo el fútbol, no lo digo solo yo”, comentó.
Fleurquin llegó con 28 años a Cádiz y disfrutó del éxito instantáneo al lograr el ascenso en su primera temporada. Hay un dato que corrobora la pasión cadista según la describió: “fue el quinto equipo que vendió más camisetas cuando estuvimos en Primera, después de Barcelona, Real Madrid, Atlético y Athletic Bilbao”.
En su experiencia como jugador del Cádiz atravesó todas las emociones. “Estuvimos un año en Primera y bajamos al siguiente año. Fue un poco injusto porque perdimos unos partidos increíbles. Después estuvimos en Segunda División dos años más, luego bajamos a Segunda B, después subimos a Segunda y el último año descendimos de vuelta. Pero siempre con la cancha llena, en cualquier divisional; 25.000 personas siempre”, contó. Fleurquin, además, fue capitán durante cinco de los seis años que estuvo.
Así como le pasó al “Mágico” González, para Fleurquin fue muy difícil no enamorarse de Cádiz. “Es una ciudad muy particular, con playa, la gente no se estresa mucho, les gusta vivir bien. Tiene muchos puntos de contactos con nuestra cultura. Al carnaval lo importamos de ahí”, mencionó y remarcó que su vínculo emocional con este puerto andaluz es de por vida: tres de sus cinco hijos nacieron allí.
El cariño es recíproco. Los cadistas lo abrazaron como líder y hasta bautizaron peñas con el nombre del exvolante. Incluso, en 2017 viajó a la ciudad y recibió un homenaje de parte del presidente del club, donde le entregaron una camiseta con su histórico número 16. Durante su etapa en el club, coincidió con otros compatriotas como Fabián Estoyanoff, Alexander Medina y Gonzalo Vicente. Sobre Alfonso Espino y su actualidad en el equipo, dijo que no ha podido ver sus partidos, pero está enterado de que está haciendo las cosas bien. “Están muy contentos con él. Está teniendo continuidad. Ojalá que pueda ascender y quedarse allí”, indicó.
Espino, la fuerza de la voluntad
El lateral tuvo una primera etapa trabajosa en el Cádiz CF. La adaptación a la dinámica del fútbol europeo fue complicada, pero una vez que se asentó, cautivó a los hinchas con su entrega y su trabajo para el equipo. “Al Cádiz le voy a estar muy agradecido siempre. Hay muy buenas personas, creo que eso ha ayudado mucho a que me adapte rápido a este equipo y a España. La afición me ha apoyado desde el principio, por más que el primer semestre fue más o menos, y me han sabido esperar para que hoy pueda estar como estoy”, contó Espino en entrevista con las redes del club.
Antes del parate por la pandemia, el Submarino Amarillo ocupaba la primera posición de la Segunda División, con 56 puntos; uno más que Zaragoza y seis más que Almería. Con el ascenso a la máxima categoría a mano, los gaditanos estarán ansiosos por finalizar esta temporada para romper el maleficio de años sin estar en Primera.
Al grito de “uruguayo, uruguayo”, los cadistas celebran el despliegue de Espino por la banda izquierda, lo que hace que se le erice la piel al lateral, según contó. “La afición, lo dije desde el primer momento, se parece mucho a los uruguayos con esa pasión y esas ganas, están todo el tiempo alentando al equipo”, añadió.
El afecto de Espino por la ciudad portuaria tampoco tardó en llegar. Parece que todos los uruguayos caen bajo el hechizo de sus altas temperaturas y playas doradas que miran al Atlántico. “Quiero quedarme muchos años en Cádiz porque estoy muy a gusto y tratar de hacer lo mejor posible por el club. La ciudad me encanta, sus playas y el clima, nunca hace frío. Hasta pienso en la posibilidad de retirarme aquí porque ha sido mi primer equipo en Europa, aunque confieso que tengo la ilusión de terminar en Nacional”, señaló. Una hoja de ruta parecida recorrió Fleurquin, que en 2010 regresó al violeta para cerrar allí su carrera. Solo el tiempo dirá por cuánto logra cautivar la ciudad de Cádiz a un nuevo uruguayo que la toma como hogar.
Otros uruguayos que jugaron en el Cádiz CF:
- Juan Ramón Carrasco - 1986
- Álvaro Sánchez Pose – 1989/90
- Jonathan Ramis - 2010
- Pedro Gauthier – 2009/2010
- Germán Bombaci – 2009/2010
- Nico Varela – 2012/2013