Si hubo un jugador menospreciado, exhibido, ninguneado y desaprovechado durante la gestión de Ronald Koeman como entrenador del Barcelona, ese es Riqui Puig.
Cuando el holandés asumió la dirección técnica del club y empezó a ‘pasar la escoba’ sin el menor tacto con los recordados despidos a Luis Suárez, Arturo Vidal e Ivan Rakitic, Puig acababa de recibir ficha del primer equipo, cosa que poco y nada le interesó al estratega, quien a las primeras de cambio lo invitó públicamente a buscar equipo bajo el argumento de que tenía futuro en el Barça, pero no en aquel momento.
Desde hace varios años Riqui era considerado una de las más preciadas joyas de la cantera azulgrana, y para su desgracia ha visto frenado su proceso con técnicos como Ernesto Valverde, pero sobre todo en el oscuro periodo de Koeman.
El mediocampista hizo oídos sordos a la advertencia del timonel en el sentido de que tendría muy difícil jugar, y apostó a quedarse en el equipo; sin embargo, para Koeman era invisible.
No solo no lo tomaba en cuenta, si no que en reiteradas ocasiones lo exhibió públicamente haciendo referencia a que debía entrenar mejor; se dice que en alguna ocasión enfrente de todo el plantel lo acusó y señaló de filtrar información a la prensa, además de que todavía hace algunas semanas dijo que Puig debía progresar en algunos aspectos de su juego, dando a entender que por ello que no lo consideraba.
En las conferencias de prensa el enfado de Ronald era evidente cuando se le cuestionaba por las nulas oportunidades al canterano, pero nunca se conoció la razón por la que no recibía minutos, sobre todo porque en la temporada anterior en las escasas ocasiones que entraba al campo en la agonía de los partidos y siempre en desventaja, la presencia de Puig nunca pasó desapercibida.
No tiene el desparpajo de Pedri ni la velocidad e ida y vuelta de Gavi, pero Riqui es un jugador con ADN Barça de pies a cabeza, un futbolista que siempre quiere la pelota, que le da sentido, que toca fácil; a final de cuentas no de a gratis fue durante varias temporadas la figura y referente del Barcelona B, y el más golpeado por los rivales incapaces de contrarrestarlo.
La única deducción sensata que puede explicar el desprecio de Koeman hacia el juvenil es que todo pasaba por un tema personal. No lo toleraba, no lo quería y decidió borrarlo.
El colmo fue en la Final de la Copa del Rey de la temporada anterior cuando de manera sorpresiva Riqui no apareció ni en la banca, siendo el torneo en el que medianamente había tenido algunas apariciones. ¿La explicación? No hubo, pero basta decir que Koeman prefirió tener a dos porteros en el banquillo como “opción” de cambio, sí, ¡a dos porteros! y mandó al mediocampista a la tribuna.
Tristemente para el chaval que recientemente cumplió 22 años, el panorama en esta campaña con la ratificación del holandés no cambió, al contrario, incluso empeoró.
Si el año pasado vio cómo Koeman apostó por Ilaix Moriba —quien fue un cambio recurrente o hasta titular—, para esta temporada el entrenador de nuevo se brincó a Puig y antes recurrió a Gavi, de 18 años recién cumplidos, y a Nico González, de 19.
Aquí cabe aclarar que más allá de los gustos personales del técnico o de cada persona, los chicos recientemente mencionados así como Ilaix, que ya ni está en el equipo, han recibido oportunidades, han jugado con frecuencia, los han lanzado al ruedo para conocer si están o no listos para el primer equipo, y Riqui no. Nunca.
Valverde al parecer ni lo conoció, porque salvo en las pretemporadas en las que el centrocampista lucía, nunca más volvía a aparecer ya en competencias oficiales. Y Quique Setién en su corto y turbio periodo en el club, medianamente le dio minutos y el joven respondió, aunque en la Champions ante el Napoli y después frente al Bayer Munich, de tristísimos recuerdos (8-2) para el barcelonismo, no fue considerado.
En la presente temporada el desprecio de Koeman hacia Puig aumentó al grado de que durante los partidos ni siquiera lo mandaba a calentar, era el único futbolista junto con Samuel Umtiti que no se levantaban de la banca a hacer movimientos, pues sencillamente para el entrenador no existía.
El dato es escalofriante: luego de 10 partidos de Liga y de tres de Champions League en la presente temporada, Riqui Puig ha jugado 72 minutos en cuatro ocasiones que ingresó de cambio. Nada. Ni un juego completo sumando sus apariciones. Así de grande fue el odio y desprecio de Koeman hacia un futbolista que podrá triunfar o no como culé, pero hasta hoy nadie y menos el técnico saliente lo ha valorado.
En caso de que Xavi Hernández llegue al equipo, con toda certeza el panorama y la carrera de Puig darán un giro y no pasa porque será titular indiscutible, en lo absoluto, pero desde luego que la pesadilla ya terminó para él.
“En 20 minutos ya ves que es un jugador Barcelona... Creo que puede triunfar, solo necesita una oportunidad”. Así se expresó hace algún tiempo Xavi sobre Puig.
A Koeman, ni perdón ni olvido, porque más allá de su incompetencia para dirigir al Barcelona, un entrenador nunca puede —ni debe— sentir animadversión por alguno de sus jugadores, y mucho menos si éste es un novato que tiene una promisoria carrera por delante.
Riqui ya se perdió un campeonato Sub 21 con España y unos Juegos Olímpicos por responsabilidad directa de Koeman, quien nunca le permitió competir, y sin minutos en el club fue imposible que llegara el llamado a la selección.
Con algunos años perdidos pero hoy la carrera de Riqui Puig tendrá un nuevo comienzo. Se fue el hombre que sin motivo aparente se encargó de humillarlo, menospreciarlo y frenar su desarrollo.
La historia le cobrará la factura al holandés porque en el Barcelona, el equipo de su vida, o fuera de ahí, Puig brillará. Al tiempo...