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Toni Kroos: el burócrata del fútbol que se despide con Alemania, pero no emociona a nadie

Uno hace el esfuerzo y realmente aprecia la calidad de jugador que es Toni Kroos. Pero es eso: un esfuerzo. Intentaremos seguir lo que ocurra con él en esta Eurocopa 2024, con Alemania, que marcará su retiro definitivo del fútbol después, y que se podrá ver por Star+. Pero la verdad que a uno se lo ponen difícil. Y no por los partidos que el elenco teutón jugará en primera fase contra Escocia, Hungría y Suiza, sino por razones extrafutbolísticas.

Conectar con la historia de Toni Kroos es imposible. Lo siento, pero la tarea es titánica. Y eso que hice el esfuerzo de no oír los cantos de sirena de mis amigos futboleros que me dijeron que es un oficinista del fútbol. Lo que me pasa es que no me emociona. Me pegué al televisor para ver cómo vivía la ovación en el Bernabéu en su último encuentro... y nada. Ancelotti lo reemplazó en la final de la Champions para que lo aplaudiera todo Wembley... y nada. Solo unos tímidos abrazos y una sonrisa. A Kroos no se le cayó ni una lágrima. Y estaba contento. ¿Cómo puede ser?

Ni siquiera cumple con el tan mentado y negativo estereotipo de la frialdad alemana. Porque su risa y su alegría cuando fue reconocido y se fue despidiendo poco a poco de su oficio, lo que soñó con ser, atentan contra eso. Cuesta empatizar con alguien así. Soltá una lágrima, macho, que además de ser un futbolista multicampeón estás haciendo lo que pocos saben: retirarse a tiempo. Y ni así.

No me malentiendan: Kroos es un jugador exquisito. Pero yo busco lo que el escritor Eduardo Galeano buscaba en un jugador; soy un mendigo del buen fútbol: "Voy por el mundo, sombrero en mano, y en los estadios suplico una linda jugadita por amor de Dios. Y cuando el buen fútbol ocurre, agradezco el milagro sin que me importe un rábano cuál es el club o el país que me lo ofrece”. Y el alemán no es ese tipo de jugador. Es altamente eficiente en sus labores, hace jugar muy bien al equipo y se luce con algún tiro libre. Es un jugador hecho a medida para el fútbol moderno en el que prima la productividad por sobre el arte. Quizás por eso me pasa lo mismo que con su despedida: no me emociona.

Kroos, el burócrata del fútbol

Me gusta el fútbol bien jugado y no me parece que Toni Kroos sea un tipo que merezca el mote despectivo que le pusieron en Alemania: el "Querpass-Toni", algo que traducido sería como Toni-pase lateral. Porque no es cierto, y es injusto. Y seamos buenos: nadie que no haga más que tocarla para el costado gana seis Champions League a lo largo de su carrera, un Mundial con Alemania y numerosos y variopintos torneos locales.

Pero sí podríamos calificarlo como un burócrata del fútbol. La definición del diccionario es perfecta: "Es un individuo que desempeña funciones administrativas dentro de una organización, ya sea en el sector público o privado, y es considerado como una pieza esencial en el motor que impulsa la máquina de la burocracia". Dimos en el clavo, porque ese es Kroos. Un futbolista tan maquinizado que disfruta de ir a entrenar y volver a su hogar. Nada más. De la casa al trabajo y del trabajo a la casa. Así lo asegura él mismo en su propio documental Kroos. La familia y el fútbol (2019): "Después de los partidos siempre corro para volver y dormir en casa. Es lo que me da fuerza. Cuando llego me olvido del resultado. En casa soy marido y padre. Es lo que me hace funcionar", explica el funcionario.

Su esposa Jessica tampoco le hace buena fama: "Es una persona emocional, solo que tiene un muro que uno se construye a su alrededor para no exponerse de primeras ante lo desconocido. Cuando se lo presenté a mis amigos le pedí que fuera amable, porque por su comportamiento podría parecer un poco raro. Tal vez porque parece no mostrar interés o porque no le gusta hablar tanto como a otras personas. Pero la realidad es que necesita más tiempo para abrirse", explica en una declaración sobre quien parece ser, efectivamente, su marido.

Existir o funcionar: no hay dilema en Kroos

El investigador en neurofisiología Miguel Benasayag viene alertando sobre nuestros modos de vivir en la modernidad. El autor plantea la dicotomía entre existir o funcionar, un par de conceptos aplicables a Kroos. ¿Cómo vivimos hoy? Se pregunta el filósofo. ¿Existimos o simplemente funcionamos? Bueno, es una disyuntiva con dos contrapuestos. Primero, porque uno es un término que viene de la máquina. Kroos funciona. Pero existe más bien poco de acuerdo a lo que dice su círculo más cercano en el documental.

Curioso es que, cuando siente que deja de funcionar, Kroos se retrae. Le pasa ahora a los 34 años con el fútbol y ya le había pasado con la Selección alemana en 2021.

Kroos es un futbolista que no tiene -vamos a llamarlo- "ángel". No fue profeta en su tierra y se fue por apenas 25 millones de euros del Bayern Munich para recalar en Real Madrid días después de haber sido campeón del Mundo y de haber sido partícipe necesario de una histórica goleada para los libros por el 7-1 a Brasil. Es que el mediocampista ya había avisado que no renovaría con el club, en el que no estaba muy a gusto. En su contrato previo, dijo que se arrepintió a los 10 minutos. "No tenía la sensación de que el club estuviera contento. Creo que nunca encajé allí desde el principio", explicó. Todo raro, de principio a fin.

Y así debió irse al Real Madrid para encontrar su lugar y ganarlo todo. Pero todo tiene un precio: será más olvidable en ese club que en cualquier otro. Estamos hablando de la institución más ganadora del mundo que no duda en sacar la billetera cuando tiene que traer a un Kroos nuevo ensamblado en cualquier parte. ¿Y cuánto tardarán en dejar atrás los hinchas su salida? Pregunta seria.

Su retiro de Alemania, un capítulo aparte

Si algo nos deja de enseñanza su carrera es que Kroos parece ser alguien que le teme a envejecer. No solo porque deja el fútbol joven, sino porque ya se había retirado previamente de Alemania. Fue en 2021, cuando disputó su último partido en la Eurocopa y quedó eliminado frente a Francia. Pero en un nuevo capítulo del modo de ser de Kroos, el comunicado fue escueto: "He jugado 106 veces para Alemania. No habrá una vez más. Hubiera deseado, y lo hubiera dado todo, porque fueran 109 partidos y haber cerrado mi carrera con el título de la Eurocopa (...) Fue un gran honor para mí poder usar esta camiseta durante tanto tiempo. Lo hice con orgullo y pasión", expresó.

Peor fue el comunicado del anuncio de regreso a la Selección: Un posteo en Instagram que se pudo haber perdido entre historias, reels y los caprichos del algoritmo. "Breve y al pie: volveré a jugar para Alemania en marzo. ¿Por qué? Porque me lo pidió el entrenador, me apetece y estoy seguro de que en la Eurocopa se puede hacer mucho más de lo que la mayoría cree en este momento", escribió, casi pidiendo perdón y permiso.

No tratemos de entenderlo. Ahora Kroos tiene la oportunidad de cerrar con broche de oro una carrera brillante y no irse cuestionado, obsoleto, como tantos otros futbolistas que pierden vigencia. Nagelsmann lo pidió expresamente y él buscará responderle en esta Eurocopa en Alemania. La historia tendrá un capítulo más: ¿Logrará emocionarnos Kroos? Te deseo lo mejor, Toni, veremos qué pasa. Aunque a la distancia, claro.