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El plan de Chelsea en materia de fichajes: ¿Gasto desenfrenado o sabia estrategia?

Información adicional de Gabriele Marcotti y Tor-Kristian Karlsen.

A los veintidós minutos de iniciada la nueva campaña de Chelsea en la Premier League, los hinchas de Stamford Bridge se pusieron a cantar cuando su equipo caía 1-0 ante Manchester City.

"Conor Gallagher", cantaban. No el nombre del equipo. Ni el de su nuevo entrenador. Ni siquiera el de uno de los jugadores fichados mediante una inversión de más de £1200 millones desde que Todd Boehly y Clearlake Capital completaron la adquisición del club en mayo de 2022.

Gallagher es un graduado de la academia con auténtica afinidad por Chelsea. Los aficionados sabían que se marcharía del club, ya que había pasado los días anteriores exiliado del primer equipo como parte del "escuadrón antibombas" --término utilizado en los deportes británicos para describir a los jugadores marginados por sus entrenadores, y que, en el caso de Chelsea, está formado por una quincena de individuos-- y entrenando en un compás de espera mientras aguardaban la confirmación de un nuevo destino antes de que se cerrara la ventana de pases de verano el 30 de agosto.

Con Boehly/Clearlake, los Blues gastaron sumas exorbitantes para fichar a 40 jugadores, mientras que transfirieron o dieron de baja a otros 38. Rompiendo con las convenciones del fútbol sobre contratos de corta duración (de tres a cinco años), han fichado a muchos de estos jugadores por siete, ocho o incluso nueve años.

Si se tienen en cuenta los cambios en el cuerpo técnico y en los ojeadores, la magnitud de la renovación de personal en todos los niveles del club no tiene precedentes en la historia del fútbol de elite. Durante los 19 años de mandato del propietario anterior, Roman Abramovich, los Blues nunca pasaron dos temporadas consecutivas sin títulos. Sin embargo, la era Boehly/Clearlake sigue a la espera de su primer trofeo, con un 12º y un 6º puesto en la Premier League, y Enzo Maresca es el cuarto entrenador permanente al que se le ha encomendado la tarea de unir las piezas.

"No es un desastre como parece desde afuera, en absoluto", declaró Maresca el 21 de agosto.

Los aficionados de Chelsea aún no están convencidos.

Cantaron el nombre de Gallagher en parte porque fue uno de los mejores jugadores del club la temporada pasada, pero también en un intento desesperado de hacerles ver a Boehly y Clearlake que quieren algo tangible a lo que aferrarse, algo que reconozcan como propio. Tres días más tarde, Gallagher firmó con el Atlético de Madrid mediante un pase de 40 millones de euros.

Al ser un graduado de la academia, el pase de Gallagher representó un beneficio puro en términos contables, pero independientemente de los beneficios financieros, se marchó un jugador popular y eficaz. Quizá también se fue con él un pedacito del alma del club. Mientras tanto, el resto del mundo observa con una mezcla de intriga e incredulidad cómo persisten las especulaciones en torno al cumplimiento del club de las Normas de Beneficios y Sostenibilidad (PSR) de la Premier League después de un gasto tan fastuoso.

Bienvenidos al Chelsea de 2024, un club con una crisis de identidad provocada por factores externos, pero cuya prolongación es obra propia. ¿Hay un método en su locura? ¿Cómo llegaron hasta aquí? ¿Cuál es su proceso y qué podría venir después?


En cierto sentido, los dos extremos del préstamo de Raheem Sterling de Chelsea a Arsenal durante las últimas horas de la ventana de pases la semana pasada resumen los respectivos estados de ambos clubes.

Durante una vorágine de actividad a finales de agosto, los Blues se apresuraron por encontrar un hogar para el jugador de 29 años, que ganaba £325.000 a la semana estando al margen del primer equipo. Días antes de la derrota ante Manchester City, Maresca le dijo a Sterling que no era una pieza clave de sus planes. Sterling, quien según las fuentes se sorprendió por la decisión dado su destacado papel durante la pretemporada, reaccionó pidiendo un pase permanente para relanzar su carrera.

Esa también era la preferencia de Chelsea, pero a medida que pasaba el tiempo, se hizo evidente que el alto salario de Sterling era prohibitivo para cualquier transferencia, sobre todo teniendo en cuenta que le quedaban tres años de contrato.

Según fuentes de ESPN, Chelsea llamó a varios clubes para sondear su interés por Sterling. El interés de equipos de la Saudi Pro League -el destino ideal de los Blues para Sterling- fue rápidamente rechazado por el internacional inglés, según las fuentes. En las últimas horas de la ventana, el equipo de Stamford Bridge le hizo saber a Arsenal que no sólo aceptaría un préstamo, sino que también accedería a realizar una contribución relativamente pequeña a su paquete salarial.

Los Gunners, asentados y relativamente satisfechos con sus negocios de verano --incorporaron al defensor Riccardo Calafiori, valuado en €45 millones, y al mediocampista Mikel Merino, de €32,5 millones, al tiempo que hicieron permanente el préstamo del arquero David Raya, procedente de Brentford--, pero abiertos a reforzar las variantes ofensivas del técnico Mikel Arteta, decidieron que era una oportunidad demasiado buena para desaprovecharla. El acuerdo final con Chelsea, sin coste de préstamo y con la obligación de pagar menos de la mitad del salario de Sterling, supuso la incorporación de un jugador con el que Arteta había desarrollado una estrecha relación de trabajo durante los tres años que pasaron juntos en Manchester City.

El hecho es que, a lo largo de la temporada del préstamo, Chelsea le pagará a Sterling alrededor de £10 millones para que juegue en Arsenal.

Antes de que se cerrara el pase de Sterling, los Blues convirtieron al delantero del Atlético de Madrid João Félix en el 39º fichaje de la era Boehly/Clearlake por unos €50 millones. Luego, el día del cierre de la ventana, convirtieron a Jadon Sancho en el 40º, cedido en préstamo por Manchester United con la obligación de firmar definitivamente el próximo verano por unos £25 millones. Ambos pueden jugar de extremos, en posiciones y estilos similares a los de Sterling, y se unen a un plantel bendecido con múltiples opciones por los costados, como Cole Palmer, Noni Madueke, Mykhailo Mudryk, Pedro Neto y Christopher Nkunku. Sólo dos de estos jugadores -o, a lo sumo, tres- podrían ser titulares todas las semanas en un sistema convencional, a pesar de haberle costado al club un total de £256 millones en pases.

Además, Chelsea actualmente cuenta con nada menos que ocho arqueros en nómina: Robert Sánchez, Filip Jørgensen, Marcus Bettinelli, Lucas Bergstrom, Gaga Slonina, Eddie Beach, Djordje Petrovic y Kepa Arrizabalaga. Los cuatro últimos se fueron en préstamo, pero el club igualmente fichó a un noveno, Mike Penders, quien se incorporará procedente de Genk el próximo verano.

La construcción del plantel en estas posiciones parece poco menos que una farsa. Sin embargo, es sintomático de un claro cambio en el enfoque de la estrategia original de los propietarios tras completar su adquisición en 2022.


La venta de Chelsea se llevó a cabo y se completó bajo un fuerte escrutinio mundial, tras comenzar de forma abrupta. El gobierno del Reino Unido identificó a Abramovich como presunto asociado del presidente ruso Vladimir Putin y había comenzado a sancionar a este tipo de personas tras la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022.

A Abramovich le congelaron los activos, le impusieron restricciones para viajar y lo inhabilitaron como directivo. Chelsea pudo seguir operando bajo los términos de una licencia emitida por el gobierno hasta finales de mayo.

Los jugadores no podían firmar nuevos contratos y el merchandising del club no se podía mover. El frenético proceso de venta comenzó en marzo y terminó el 30 de mayo, cuando Boehly y Clearlake acordaron un precio de £2500 millones (el más alto jamás pagado por un equipo en el deporte mundial), con el compromiso de invertir otros £1750 millones en infraestructura.

ESPN informó anteriormente que Boehly y Clearlake Capital llevaron a cabo una revisión de 100 días poco después de tomar posesión, pero la rotación a nivel ejecutivo comenzó rápidamente. El presidente Bruce Buck, la directora Marina Granovskaia, el CEO Guy Laurence, el director técnico y de rendimiento Petr Cech y el jefe de ojeadores internacionales Scott McLachlan se marcharon.

Fuentes con conocimiento de la situación le dijeron a ESPN que Chelsea quería que Cech se quedara, pero el histórico arquero del club (con una carrera que abarcó de 2004 a 2015) se negó. Las fuentes también afirmaron que parte de la revisión estaba relacionada con el deseo de los nuevos propietarios de distanciarse de posibles actividades problemáticas llevadas a cabo por el régimen anterior, lo que llevó a Boehly/Clearlake a autodenunciarse ante la UEFA y la Premier League por "presentar información financiera incompleta", que al parecer incluía pagos multimillonarios a entidades offshore no declaradas que tenían conexiones con intermediarios futbolísticos.

En julio de 2023, la UEFA multó a los Blues en 10 millones de euros por esas transgresiones, y se espera el veredicto de la Premier League para finales de año.

En el ínterin, Boehly (quien también es propietario de los Dodgers de Los Ángeles como parte del consorcio Guggenheim Baseball Management) asumió el cargo de director deportivo y comenzaron los gastos de Chelsea. Durante los meses previos a junio y julio no habían podido sentar las bases de la búsqueda de talentos, como es habitual, debido a la incertidumbre generalizada.

La posterior explosión de fichajes se debió a dos motivos: el deseo de demostrar su compromiso con el éxito y la coincidencia con la opinión del entonces entrenador, Thomas Tuchel, de que el club debía ser agresivo en el mercado.

Sterling fue el primer fichaje permanente, procedente de Manchester City por £47,5 millones y con un enorme contrato de cinco años. Fuentes le comentaron a ESPN que una señal de la ingenuidad inicial de Chelsea fue que el contrato de Sterling no incluyó cláusulas de reducción estándar en caso de que el club obtuviera malos resultados y no se clasificara para la Champions League.

Un agente que trató con Boehly ese verano le contó a ESPN que cuando su jugador estaba a punto de fichar con otro club de la Premier League, Boehly lo llamó para preguntarle el precio que pedía. Le dijeron que alrededor de £12 millones. Poco después, Boehly volvió a ponerse en contacto con él ofreciéndole £14 millones. El agente le preguntó por qué no ofrecía £13 millones como el siguiente paso lógico. Boehly le dijo que creía que el número 13 traía mala suerte.

Broma o no, los contemporáneos de Chelsea no tardaron en formarse una opinión negativa de los nuevos propietarios.


De los nueve jugadores que Chelsea fichó en la primera ventana de pases bajo propiedad de Boehly/Clearlake (Sterling, Slonina, Kalidou Koulibaly, Carney Chukwuemeka, Marc Cucurella, Cesare Casadei, Wesley Fofana, Pierre-Emerick Aubameyang y Denis Zakaria (en préstamo)), sólo tres siguen formando parte del primer equipo, mientras que otros tres están en préstamo y los tres restantes se han marchado.

La acumulación de jugadores en un plantel desbordado llevó a algunos a tener que prepararse para las prácticas en los pasillos de la base de entrenamiento del club en Cobham durante el reinado de Graham Potter porque los vestuarios no eran lo suficientemente grandes, según las fuentes.

Un cazatalentos que trabaja para un club de una de las cinco principales ligas europeas, que accedió a hablar con ESPN desde el anonimato, dijo: “Tal vez Chelsea sepa algo que nosotros ignoramos, pero para mí la construcción de su plantel no tiene sentido. No veo que tenga sentido para Chelsea ni para los jugadores que se incorporan como sexto central o séptimo mediocampista ofensivo”.

En mi opinión, los únicos que ganan son los agentes que están negociando los acuerdos.

Lo que siguió a esa primera ventana fue un cambio hacia la formación de un equipo de élite, identificando y adquiriendo a los mejores talentos jóvenes del fútbol mundial, incluso si eso significaba seguir gestionando un plantel con una profundidad mucho más amplia de lo necesario. Los planteles de la Premier League están limitados a 25 jugadores, pero al cierre de la ventana de pases del viernes, el club del oeste de Londres contaba con 30 futbolistas que esperarían formar parte del primer equipo -- y otro puñado en el equipo sub-21 que están dando pelea para poder participar.

El personal de Chelsea que se encarga de las contrataciones es casi igual de abundante. Incluye a los codirectores deportivos, Paul Winstanley y Laurence Stewart; al codirector de reclutamiento y talento, Joe Shields, al director de reclutamiento global, Sam Jewell; al analista principal, Kyle Macaulay; al coordinador de arqueros, Ben Roberts; al coordinador de servicios de rendimiento, Nick Chadd; y al responsable de préstamos y trayectoria, Josh Marsh. Algunos en el fútbol creen que hay demasiadas voces implicadas en la toma de decisiones.

“Creo que el hecho de que tengan dos directores deportivos ya nos indica cómo es la historia”, dijo a ESPN un director deportivo veterano que desea permanecer en el anonimato. “El hecho de tener dos me hace pensar que tienen poco poder o influencia”.

“La idea de construir un plantel de esta manera va mucho más allá de cualquier mandato de un director deportivo, por no hablar de los métodos de trabajo normales de un director deportivo. Creo que una persona con experiencia y autoridad en esa función hubiese dicho: 'Espera un poco, no estoy seguro de que esta sea la forma de hacerlo'.

“Al menos todavía no he encontrado a ningún colega en la industria del fútbol que crea que el modelo de Chelsea sea la mejor práctica”.

Algunas fuentes han declarado a ESPN que tanto Boehly como el copropietario Behdad Eghbali, cofundador de Clearlake, creían que el departamento de análisis del club estaba infravalorado y que había una excesiva dependencia de las relaciones con los agentes en sus operaciones de intercambio. Una fuente cercana a Clearlake declaró a ESPN que el club ahora gasta siete veces más en personal de contratación y estadísticas que cuando completaron su adquisición. Chelsea, dando mucha más importancia a los datos a su disposición, empezó a buscar jugadores jóvenes -- principalmente menores de 24 años -- con contratos a largo plazo, algo sin precedentes en el fútbol, pero mucho más habitual en el béisbol.

Los Dodgers se comprometieron a pagar más de 1.000 millones de dólares y contratos por el valor de 22 años para fichar a los talentos trascendentales, Shohei Ohtani y Yoshinobu Yamamoto, la temporada baja pasada. El acuerdo de Ohtani incluía una estructura de prorroga sin precedentes, que causó conmoción en el béisbol y le permitirá cobrar durante 10 años más allá de sus días como jugador en el Dodger Stadium.

El fútbol no está acostumbrado a este tipo de contratos. Este verano, Sky Sports publicó un gráfico según el cual a los 42 jugadores del Chelsea les quedaban 191 años de contrato. El siguiente equipo de la Premier League con más años era Tottenham Hotspur, con 97.

Fuentes cercanas a Clearlake le dijeron a ESPN que este enfoque obedece a varios factores, empezando por la pérdida de Antonio Rüdiger y Andreas Christensen, que se marcharon con un pase libre a Real Madrid y Barcelona, respectivamente, en 2022. La partida a cambio de nada de una pareja de centrales de tanto talento se consideró internamente como un fracaso irrepetible. Aquella avalancha inicial de contrataciones sirvió para aprender que los fichajes con grandes salarios que no funcionan se convierten rápidamente en algo de lo que después es muy difícil desprenderse, como demuestra la situación de Ben Chilwell -- el vicecapitán del año pasado que ahora forma parte del “escuadrón de explosivos” de Chelsea. Romelu Lukaku ya estaba en la nómina al haber llegado en 2021 -- un fichaje de 97,5 millones de libras con un sueldo de 350.000 libras a la semana -- pero había caído en desgracia y pasó dos años a préstamo antes de finalmente fichar con Napoli por 30 millones de libras este verano.

Una fuente cercana a Clearlake declaró a ESPN que la filosofía contractual se resume en: “Si juegas, te pagamos”. Así, los jugadores jóvenes con talento que están a punto de consolidarse son más propensos a aceptar un salario inicial más bajo en un contrato a largo plazo con incentivos incorporados. Otra fuente añade que las variables de estos contratos, según el jugador, oscilan entre el 25% y el 50%. Un contrato de siete, ocho o nueve años ofrece seguridad al jugador y también una vía dentro de ese contrato para que el salario aumente drásticamente si se alcanzan determinados objetivos. En un mundo ideal, el núcleo crece y florece unido, basándose en la idea de que serán “parte de Chelsea para toda la vida”.

El mes pasado, Palmer acordó lo que se difundió como un nuevo contrato de nueve años. Sin embargo, algunas fuentes han declarado a ESPN que, en realidad, se trató de una prórroga impulsada por su propio rendimiento individual.

Palmer, nombrado Jugador Joven del Año de la Asociación de Fútbol Profesional (PFA) por sus 22 goles y 11 asistencias en 33 partidos de liga en 2023-24, superó todas las expectativas y, en consecuencia, fue recompensado con una mejora en los términos de su contrato original, siguiendo los incentivos que figuran en el mismo. Chelsea espera que su colección de jugadores jóvenes progrese del mismo modo que Palmer, quien, según fuentes cercanas a Clearlake, es la prueba de que su política puede funcionar de manera eficaz.

También hay un beneficio económico inmediato. En un principio, Chelsea pudo repartir los derechos de traspaso a lo largo de un periodo más largo -- la duración del contrato -- pero la UEFA y la Premier League acabaron cerrando lo que consideraron una laguna en la normativa financiera al limitar a cinco años el tiempo durante el que se podía amortizar un derecho de traspaso.

Con este plan, los jugadores que no progresan se pueden cambiar a un abanico más amplio de clubes, ya que no cuentan con sueldos elevados.

Así fue cómo empezó su asalto al mercado.

En poco más de seis meses batió dos veces el récord de pases en Gran Bretaña: primero fichó a Enzo Fernández, del Benfica, por 106,8 millones de libras, y luego desembolsó 115 millones por Moisés Caicedo, del Brighton & Hove Albion. Ambos jugadores ocupan la misma posición en el centro del campo: Fernández firmó un contrato por ocho años y medio, Caicedo un contrato de ocho años con opción a una novena temporada. Mudryk y Benoît Badiashile firmaron por ocho años, Romeo Lavia por siete, y más recientemente Neto y Félix firmaron por siete años.

Fuentes cercanas a Clearlake sostienen que estos acuerdos son la prueba de que su política funciona como estaba previsto. El salario promedio en la Premier League es de 72.000 libras semanales. El del Chelsea ronda ahora las 60.000 libras semanales gracias a su cambio de enfoque. Una fuente añadió que esta cifra de 60.000 libras es inferior a las 200.000 libras semanales que heredaron de los propietarios anteriores.

Luego están Estêvão y Kendry Páez. Los dos adolescentes de Brasil y Ecuador, respectivamente, que se incorporarán al club en 2025, son talentos codiciados por los principales clubes europeos, y su fichaje se considera un golpe maestro para el club.

Sin embargo, algunos de sus fichajes han tenido más suerte que criterio. ESPN informó anteriormente que Chelsea no fichó a Palmer hasta el verano pasado, después de que fracasaran los fichajes de Michael Olise, entonces del Crystal Palace, y Mohammed Kudus, entonces del Ajax.

Dos puntos de debate surgen de esta estrategia, sin embargo.

En primer lugar, cualquier jugador al que no se le ofrezca un contrato a largo plazo se sentirá inmediatamente subestimado. Pensemos, por ejemplo, en Gallagher: Algunas fuentes han declarado a ESPN que el mediocampista inglés rechazó tres ofertas de contrato -- una el verano pasado, otra en junio y una tercera en julio -- pero que la propuesta más larga que le hicieron fue de dos años con opción a un tercero. Dichas fuentes añadieron que su salario hubiese sido competitivo, pero que la duración del contrato reflejaba que no se lo consideraba un miembro clave del plantel, sobre todo teniendo en cuenta que sus compañeros Caicedo, Fernández y Lavia han firmado como mínimo hasta 2030.

En segundo lugar, la presión que estos contratos a largo plazo suponen para el entrenador es inmensa. Él es, sin duda, el elemento más prescindible e intercambiable de este modelo. Mauricio Pochettino tenía un contrato de dos años y se desvinculó del club después de una temporada. Las fuentes citaron frustraciones en el trabajo dentro del modelo operativo actual, haciéndose eco de lo que una fuente dijo sobre la breve y tensa estadía de Tuchel trabajando bajo Boehly/Clearlake.

Tal vez aprendiendo de la inestabilidad que puede crear un acuerdo a corto plazo, Maresca firmó un contrato de cinco años. El italiano sabía lo que se traía entre manos, y adoptó una línea dura al crear el “escuadrón de explosivos” para garantizar que los departamentos de fútbol y finanzas estuvieran alineados durante un verano turbulento.

Otro elemento que puede haber contribuido a este cambio general de estrategia ha sido la dinámica en el detrás de escena entre Boehly y Clearlake.

Fuentes cercanas al Chelsea han negado sistemática y enérgicamente cualquier ruptura en la relación, pero otras fuentes sugieren que Boehly y Eghbali no están tan unidos como cuando se completó la adquisición. Fuentes afirman que Boehly ha dado un paso atrás en la gestión diaria, y que Eghbali es visto ahora como la figura más influyente a nivel ejecutivo. Ambos fueron fotografiados discutiendo en el palco de Eghbali durante la derrota del Chelsea ante Manchester City en el primer fin de semana de liga.

Una fuente cercana a Clearlake dijo a ESPN que, efectivamente, se han vuelto más activos desde el primer verano en el que tomaron propiedad, pero su papel fundamental nunca ha cambiado y está en línea con otras inversiones en las que son accionistas mayoritarios. La fuente añadió que, aunque Clearlake considera la propiedad de Chelsea como un privilegio, prefiere operar manteniendo un perfil bajo. Además, Boehly sigue dando el visto bueno a todas las decisiones importantes y nada en la sociedad afecta a la forma en que funciona y opera el club.

No cabe duda de que Chelsea ha causado controversias con este enfoque en cuanto a la gestión de su plantel, pero también hay quien se pregunta si ha infringido las normas.

“Se burlan del sistema establecido para limitar el gasto”, afirma el cazatalentos de un club de una de las cinco grandes ligas europeas. “Si eres lo suficientemente rico, puedes hacer lo que se te dé la gana”.

Las Reglas de Rentabilidad y Sostenibilidad dictaminan que los clubes de la Premier League no pueden registrar pérdidas superiores a 105 millones de libras en un período de tres años.

Chelsea anunció unas pérdidas de 89,9 millones de libras en el año que finalizó el 30 de junio de 2023, pero esa cifra hubiese sido de 166,4 millones de libras sin la venta de dos hoteles a una empresa asociada -- de Chelsea FC Holdings Ltd a Blueco 22 Properties Ltd. Ambas empresas son filiales de Blueco 22 Ltd, el holding del Chelsea.

La Premier League votó en contra de impedir este tipo de ventas en junio, pero aún no se ha determinado si se trata del “valor justo de mercado” según las normas de la liga sobre transacciones entre partes asociadas. Sin embargo, la UEFA, que tiene su propia normativa sobre el Fair Play Financiero (FFP), prohíbe actualmente este tipo de transacciones. Una fuente ha declarado a ESPN que la UEFA cree que Chelsea hubiese sido sancionado en virtud de las normas del FFP si clasificaba para la competición europea la temporada pasada.

Una fuente cercana a Clearlake dijo a ESPN que confían en poder cumplir con la RSP para 2024-25, así como en los dos años anteriores. La fuente negó los informes de que Chelsea estaba buscando vender las instalaciones de práctica y sugirió que los acuerdos hoteleros en cuestión habían sido aprobados después de la evaluación del valor justo de mercado.

El nuevo reglamento de la UEFA sobre las “ganancias en el fútbol” establece que los clubes pueden registrar pérdidas de sólo 40 millones de euros en las temporadas 2022-23 y 2023-24. Combinado con una pérdida antes de impuestos de 121 millones de libras en 2021-22, Chelsea parecería en apuros -- por decir lo menos -- para satisfacer las normas de la RSP y la FFP, aunque fuentes cercanas a Clearlake Capital insisten en que “cumplen en su totalidad” con la RSP para 2023-24. Los fichajes de los egresados de la academia -- incluidos Gallagher e Ian Maatsen -- ayudarán, y perder jugadores populares de esta manera no es un problema exclusivo de Chelsea.

Las normas de la RSP dictan que las salidas de jugadores de la academia cuentan como puro beneficio en el balance, y eso llevó a que muchos clubes hicieran caja este verano. Arsenal recaudó fondos con las salidas de Eddie Nketiah y Emile Smith Rowe, mientras que Scott McTominay, que llegó a Manchester United con 5 años, se marchó al Napoli.

Aunque los propietarios del Chelsea hacen negocios de manera diferente a la de sus rivales, muchos de los que trabajan en el fútbol son cínicos en cuanto a la medida con la que intentan manejar el sistema.

El día del cierre del mercado de pases, L'Equipe informó de que Chelsea estuvo cerca de transferir al delantero brasileño, Deivid Washington -- al que fichó por 17 millones de euros el año pasado y que sólo había jugado 28 minutos con ellos -- a otro club de la BlueCo, Estrasburgo, por algo más de 21 millones de euros. Sin embargo, una fuente cercana a Clearlake declaró a ESPN que Estrasburgo sólo preguntó por Washington en calidad de préstamo y que no se habló de un acuerdo permanente porque Chelsea no estaba interesado. A los Blues les preocupaba que Washington no jugara con regularidad en Estrasburgo, por lo que no se llegó a un acuerdo. Anteriormente, Chelsea había cedido a Petrovic y Caleb Wiley. Pero la fuente añadió que, aunque Diego Moreira hizo la misma movida de forma permanente, fue transferido a un “valor contable”, y que Chelsea no obtuvo ganancias de esa transferencia.

La propiedad multiclub no es nada nuevo -- Manchester City es uno de los 13 clubes en los que el City Football Group tiene una participación con control -- y la investigación de la UEFA de 2023 sugirió que 180 clubes de todo el mundo formaban parte de una estructura multiclub. Sin embargo, evaluar el valor justo de mercado y el interés legítimo de los jugadores que se mueven dentro de un grupo está abierto a la libre interpretación.

Y las transferencias son una parte clave del plan de negocio. Se habla mucho del gasto de 1.200 millones de libras de Chelsea en jugadores, pero el club ha recaudado más de 500 millones en ventas de jugadores. Chelsea gastó alrededor de 220 millones de libras en la ventana pases que acaba de cerrar, pero una fuente cercana a Clearlake dijo a ESPN que esperan terminar con un gasto neto de alrededor de cero, incluidos los gastos de préstamo, una vez que todas las ventanas de pases se cierren en todo el mundo. Todavía es posible que se encuentren movidas para Chilwell, Washington, David Datro Fofana, Harvey Vale y Alex Matos.

Si el gasto neto termina en cero, Chelsea se situaría aproximadamente en el puesto 14 de la Premier League.

Ângelo Gabriel fichó el lunes por el Al Nassr, de la Liga Profesional Saudí, por unos 23 millones de euros. Chelsea fichó al jugador joven del Santos el verano pasado por 15 millones de euros, y pasó la campaña siguiente cedido en Estrasburgo. No llegó a jugar ni un minuto con Chelsea. Una fuente cercana a Clearlake declaró a ESPN que Gabriel tenía ofertas de un club de la Champions League en los Países Bajos y de un club de la Europa League en Portugal, pero que eligió Arabia Saudita no sólo por el lucrativo pago, sino en parte por la cantidad de brasileños que hay en la liga y por la posibilidad de jugar con Cristiano Ronaldo.

Cabe señalar que otros clubes también han cambiado a jugadores que nunca habían jugado en el primer equipo: Newcastle United fichó a Yankuba Minteh del Odense Boldklub por unos 7 millones de euros en junio de 2023, lo envió cedido al Feyenoord y este verano lo cambió a Brighton por 30 millones de libras.

¿Y ahora qué? La estabilidad ahora es primordial. Fuentes cercanas a Clearlake insisten en que el volumen de pases bajará. El plantel necesita tiempo para crecer bajo la dirección de Maresca, a quien se le ha fijado el objetivo de hacer que el club regrese a la Champions League terminando entre los cuatro primeros de la Premier League.

Fuentes cercanas a Clearlake citan la victoria de Real Madrid en semifinales contra Bayern Munich la temporada pasada como el momento en el que algunos miembros del staff se dieron cuenta de que el régimen de Boehly/Clearlake entendía el deporte en el que se habían metido. Después de que Joselu marcara dos goles en los tres minutos finales para asegurar una dramática victoria para Madrid, Eghbali envió un mensaje de texto a un socio para decir: “Necesitamos el fútbol de la Champions League en nuestras vidas”.

En última instancia, como con cualquier modelo de reclutamiento, Chelsea tiene que esperar que su decisión sea la acertada. Por ejemplo, a pesar de la indiferente cesión de Félix en 2023 -- cuatro goles en 20 partidos -- y de los apuros de Sancho en United, el análisis de datos del club determinó que ambos tienen más posibilidades de llegar a un nivel superior que Sterling, que es de un perfil similar.

Maresca ha adoptado una línea más dura que Potter con los marginados del Chelsea. Mientras que Potter trató de tranquilizar aquellos en la periferia, Maresca dividió al grupo para centrarse en los 25 jugadores que entraban en sus planes, dejando a los demás en evidencia sobre su situación.

Una fuente cercana a Clearlake dijo a ESPN que creen que se ha completado una gran parte de la limpieza necesaria en términos de contratos excesivos para los jugadores con poco o ningún valor residual de transferencia. Existe la firme convicción de que, si bien la revisión de la estructura salarial del club ha sido un proceso difícil, el club se encuentra ahora en una buena posición para seguir avanzando, sobre todo con las alteraciones propuestas en las Reglas de Rentabilidad y Sostenibilidad de la Premier League, que harán mayor hincapié en los salarios de los jugadores y del staff.

También hay entusiasmo por Maresca, de quien se dice que ha impresionado a los jugadores en sus primeras semanas con la calidad de sus sesiones de práctica.

Al final, independientemente de los errores que se cometan, los propietarios de Chelsea esperan que el valor de su activo aumente con el tiempo. Si algún día quisieran vender el club, el crecimiento aparentemente inexorable de la Premier League como producto global facilitaría el beneficio de su inversión.

“Los inversores financieros se comportan como inversores financieros”, declaró a ESPN una figura del mundo de los negocios futbolísticos. “La estrategia de Chelsea puede compararse a la de la superestrella del mercado bursátil, Cathie Wood. Ella compra y compra y compra tecnología, y si su fondo corrige a la baja, compra aún más.

“Todas las compras son apuestas, enormes apuestas. Wood cuenta con seguidores en todo el mundo y goza de la confianza del 'dinero inteligente', aunque su fondo suele rendir peor que el mercado en general. Lo mismo ocurre con Chelsea. Los inversores están contentos y creen que algún día recuperarán varias veces sus inversiones”.

Chelsea está decidido a triunfar en sus propios términos. Las difíciles salidas de Sterling y Gallagher se ven internamente como baches en el camino para armar un plantel preparado para volver a su antigua condición de ganadores seriales. El camino que han elegido seguirá cautivando, independientemente del resultado.