“Nos hemos hecho mayores; tenemos más experiencia… No sé. Cuando él estaba en el Manchester United no se atendía a cómo jugaríamos, como jugaría él o quien ganaría; solo se trataba de ver qué diríamos en la sala de prensa”. Tiempos pasados, en palabras de Pep Guardiola, el viernes al referirse al duelo que este domingo disputará en Londres frente al Tottenham de su ‘enemigo íntimo’ José Mourinho.
Un reencuentro que mantiene el morbo imposible de olvidar, de una rivalidad que nació entre ambos cuando el catalán dirigía al Barcelona y el portugués se convirtió en su némesis al frente del Real Madrid, cuando los Clásicos se convirtieron en guerras mediáticas absolutas, en el campo y en la sala de prensa. Un tiempo que Pep sentenció lejano, pero cuyo recuerdo se mantiene imborrable por más que el catalán, el viernes evitase expresamente referirse a él.
Guardiola y Mourinho, Mourinho y Guardiola, se conocen ya desde hace cerca de 25 años, que se dice pronto. El hoy entrenador del ManCity era una de las ‘Vacas sagradas’ de la plantilla del Barça cuando en el verano de 1996 el portugués llegó al Camp Nou como mano derecha de Bobby Robson… Y hasta su marcha en julio de 2000.
Mou comenzó su carrera de entrenador meses después en el Benfica, Guardiola se despidió del Camp Nou en abril de 2001 y mientras dibujaba sus últimos años en activo como futbolista en Brescia, Roma, Qatar y México, el portugués se convertía en el entrenador de moda con sus títulos primero en el Porto y después en el Chelsea, al frente del cual comenzó su ‘rivalidad’ con el Barça. Aunque nada hacía pensar en aquel entonces lo que ocurriría tiempo después, con el regreso del hijo pródigo a Barcelona.
Alejamiento
Si su relación personal y profesional, durante las cuatro temporadas que coincidieron en el Barça fue cercana, constatando Mourinho el carácter de un Guardiola que mostraba un interés absoluto por conocer cualquier argumento o razonamiento de los entrenadores, cuando comenzaron a verse las caras en el banquillo la situación cambió. Totalmente.
Fue en la temporada 2009-10, en la Champions y cumpliendo Pep su segunda temporada al frente del Barça (que había descartado en la primavera de 2008 a Mou) y el portugués dirigiendo al Inter de Milán. Se cruzaron en la fase de grupos primero, sin más incidencias, y luego en la semifinal, que acabó con Mourinho celebrando la clasificación en el Camp Nou, con Víctor Valdés afeándole y Guardiola, muy disgustado, marchándose al vestuario.
Luego llegó el Madrid… Y dos temporadas que marcaron ya para siempre a los dos técnicos, cuyas diferencias, a todos los niveles, se convirtieron en irreconciliables. Y hasta hoy. Por más que el catalán, sonriendo, le quitase hierro a su reencuentro en Londres, la permanencia de ambos en Manchester, al frente de City y United dejó patente que eran vecinos, pero no precisamente bien avenidos. Rebajaron, si, el tono de sus discursos… Pero es que lo alcanzado en España se antojaba imposible de igualar. Ni tan solo acercarse.
Diferencias irreconciliables
Al cabo de una década desde su primer cara a cara, las diferencias que se aprecían a todos los niveles entre ambos son evidentes. El día y la noche. Poco más o menos, ya sea en la sala de prensa, en los planteamientos futbolísticos, en su relación con los jugadores y también con los periodistas.
1.- El futbol
Sintetizando mucho, al máximo, podría decirse que Guardiola apuesta por jugar bien (lo que él, al menos, considera ‘bien’) para ganar y para Mourinho ganar es la justificación de todo. El catalán entiende la dirección de un equipo como el trayecto de un proyecto ganador, hecho a su medida, a largo plazo por mucho que el marcador tenga una trascendencia evidente y que pueda utilizar el mercado de fichajes como atajo para cumplir el objetivo. Mourinho, en cambio, mira el resultado en el minuto cero y se aplica a su objetivo pensando en el hoy. El mañana da la sensación de no existir.
2.- El sistema
Guardiola ataca y defiende atacando; Mourinho se defiende y a partir de esa defensa ataca. El catalán, alumno aventajado de Johan Cruyff, quiere siempre el balón y al portugués, sin despreciarlo, no le preocupa absolutamente nada poseerlo más que el rival. Si para uno el 4-3-3 sería un dogma, incluyendo un 3-4-3, para el otro el 4-2-2 es irrenunciable… Cuando no llega a ser un 5-4-1, llegando, si hace falta, a recolocar a un delantero como defensa y preocupándose mucho más de anular a la estrella rival que a dar protagonismo a la suya propia. Algo que para Pep sería poco menos que un sacrilegio.
3.- La relación con el vestuario
De cara al exterior ambos muestran una defensa acérrima de sus jugadores… Pero con el tiempo se demuestra que tanto Guardiola como Mourinho les exprimen futbolística y personalmente hasta el máximo. Aunque hasta en ese punto son distintos. Hay nombres que muestran esas diferencias: Pep nunca respondió públicamente a los ataques de Eto’o primero o Ibrahimovic después, simplemente los ‘echó’ del Barça. Igualmente, cuando dejó el club, ciertamente alejado de sus futbolistas, nunca tuvo una mala palabra para ninguno de ellos; José marcó la carrera de Mutu en el Chelsea y en el Real Madrid no fue precisamente amable en su discurso con jugadores como De la Red, Sergio Ramos o Casillas… Acabando su relación de mala manera con los otrora íntimos Pepe o el mismísimo Cristiano Ronaldo.
4.- La sala de prensa
El vocabulario de Mourinho es directo, simple, puede ser huraño y no pocas veces displicente con los periodistas, pocos de los cuales pueden tener con él una relación de proximidad ante el discurso del entrenador portugués; Guardiola, por el contrario, seduce con la palabra, da la sensación de tener siempre el control de la situación y no duda en explicarse, habitualmente, con una sonrisa en la boca. Muy pocas veces el catalán ha abandonado de malas maneras una rueda de prensa… no pocas lo ha hecho el Mou. La diferencia entre ambos en una sala de prensa la escenificó un día el catalán, calificando a su rival como “el p*** amo de la sala de prensa” por su forma de actuar.
5.- La imagen, los modales
Pueden parecer similares pero acaban siendo distintos. En la banda son exagerados y llegado el caso, aprovechando su indiscutible ascendente en el futbol, aprovechan su posición para presionar al árbitro, a sus ayudantes o a quien haga falta… Pero si Guardiola tiene un freno, éste no existe para Mourinho, como, por ejemplo se demostró el día que agredió al entonces ayudante de Pep, Tito Vilanova, metiéndole un dedo en el ojo en plena trifulca durante un Clásico en el Camp Nou. Pep oculta, bajo su sonrisa y su amabilidad, un carácter que pudiera ser tan duro como el de José… Pero a éste no le ocupa ni preocupa esconderlo. Se diría que, al contrario, hace gala de ello con orgullo.
Personajes para siempre
En el imaginario del futbol mundial quedarán para siempre personajes como Helenio Herrera, probablemente el primer entrenador mediático de la historia, cuando este deporte no estaba tan globalizado como lo está hoy. Y luego fue el legendario Brian Clough como ocurrió con Rinus Michels, Carlos Bilardo, Alex Ferguson, Johan Cruyff, Fabio Capello, Javier Clemente o tantos otros, cuya personalidad trascendió a los banquillos…
Y a ellos, antes de que se catapultase al plano Jurgen Klopp, les sucedieron nuestros dos protagonistas. Uno desde que ascendió a la gloria al frente del Porto y el otro desde que devolvió la gloria perdida al Barcelona. Como Lionel Messi y Cristiano Ronaldo, el futbol del siglo XXI no podría entenderse sin la presencia de ambos, eternamente ligados. Enemigos íntimos… Quién sabe si irreconciliables.
Este domingo en Londres volverán a cruzar sus caminos. Barça-Inter; Barça-Real Madrid; Bayern Múnich-Chelsea; Manchester City-Manchester United… Y ahora el quinto capítulo con el primer Tottenham-Manchester City. La historia continúa.