Llegó el día esperado en el que Napoli recibió el trofeo de campeón de la Serie A. Tras la victoria 2-0 sobre Sampdoria en la última fecha del campeonato, el equipo napolitano celebró a lo grande su tercer Scudetto.
Pocos clubes han celebrado tanto un título como este Napoli y su ciudad, pero la ocasión lo merecía. Han sido 33 años de espera que han desatado la fiesta más larga del fútbol, esa que comenzó a principios de año, que se desató el pasado 4 de mayo y que continuará de nuevo desde este domingo por tiempo indefinido.
Hace exactamente un mes, el 4 de mayo de 2023, Napoli hizo historia. Lo logró a exactamente 798km del estadio Diego Armando Maradona, en Údine, una ciudad fronteriza con Eslovenia, aunque la distancia no impidió que la locura se desatase en la ciudad del Vesubio.
Un frenesí que, además, explotó tras toda la presión con la que se contuvo en la jornada anterior, escasos cuatro días antes, cuando todo el mundo esperaba que el equipo partenopeo se impusiera al Salernitana para reunirse con la gloria y un empate postrero dejó a todo el mundo con las ganas de celebración.
La fiesta empezó a gestarse sigilosamente desde principios de febrero, cuando empezaron a asomarse las primeras banderas, los primeros homenajes a esta plantilla que será siempre recordada. Y poco después, a finales de marzo, Napoli ya había conseguido tumbar a la superstición que siempre les ha acompañado. Se hablaba ya, aunque con una cierta cautela, de que era imposible que no fueran campeones.
Cada partido, cada victoria, fue una fiesta particular. Se celebraba todo. Los goles de uno, las asistencias de otro. Nada iba mal en Napoli. Encima estaban los cuartos de final de la Champions League. Todas las emociones llegaron juntas. La derrota ante el Milan en la competición europea no bajó los ánimos a pie de calles y los fuegos artificiales, las trompetas y los cánticos siguieron sucediéndose hasta convertirse en un elemento más del caos ordenado que se vive en el sur de Italia.
Al Napoli no le pilló por sorpresa el día más importante de su historia reciente. Se preparó con pantallas gigantes para retransmitir el partido, con un espectáculo de fuegos artificiales y con un pequeño escenario para que el presidente pudiera hablar. Fuera del estadio la ciudad estaba preparada para colapsar. Se cortó el tráfico desde por la mañana y nadie estuvo en su casa en la noche más esperada.
Desde ese día, como dijo Osimhen, hubo fuegos artificiales todas las noches. Napoli no quiso desaprovechar la oportunidad de estar en lo más alto de Italia y lo saboreó con gusto. Como hizo también en su siguiente partido en casa, en el por fin afición y plantilla pudieron celebrar juntos. De nuevo música, actuaciones, fuegos artificiales y fiesta. Y la cosa está lejos de acabar.
Este domingo, tras casi un mes "sin celebrar", volvió a desatarse la fiesta. El Ayuntamiento de la ciudad colocó en los puntos más importantes de la ciudad pantallas gigantes para que la gente pudiera seguir el partido y una celebración que comenzó en un estadio en el que, cuando empezó este último duelo ante el Sampdoria (2-0), parecía de todo menos un campo de fútbol.
Hasta once pantallas alrededor del césped y un escenario, esta vez más grande que el la otra vez, centraron los focos de un encuentro en el que lo de menos fue el resultado, en el que todo el mundo estuvo esperando los tres pitidos del colegiado para que su equipo pudiera alzar el 'Scudetto'.
Llegó el momento y Giovanni Di Lorenzo hizo los honores, elevó el 'Scudetto' lo más alto que pudo y dio el pistoletazo de salida a una nueva celebración que, aunque tuvo su inicio y su epicentro en el estadio, tendrá lugar, una vez más, en todos los rincones de Napoli por tiempo indefinido, siempre con el deseo de fondo de no volver a esperar otros 33 años.