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Blog de Rafa Ramos: América y Rayados... en camas separadas

LOS ÁNGELES — Aún, ninguno está en Semifinales. La brevedad o la lejanía están en punto muerto y con 90 minutos de suspenso. Cierto, América se ampara en el 3-1 y en la osadía de un abordaje feroz del Estadio Alfonso Lastras; Monterrey se desampara en un frágil 0-0, que rescató con una sobrepoblación defensiva ante Santos.

Los dos enfrentaban este miércoles a dos bestias desconocidas. San Luis y Santos habían roto el capullo procaz y descarado de la mediocridad de 17 fechas, y se lanzaron al cogote de León y Pachuca, hasta sangrarlos en el azoro de sus propios coliseos. Insisto: el Repechaje es el Paraíso de los Cínicos.

Este miércoles, América se vistió de gladiador y Rayados de rendido pacifista, al grado que parecía más feroz Lassie preñada, que el equipo del ex Rey Midas, cuyo último toque dorado ocurrió en 2010 dentro de la Liga Mx, precisamente con Rayados y precisamente venciendo a Santos en la Final.

Ninguno es finalista, insisto, pero América aplacó a la bestia potosina, recluyó a Vitinho y compañía, y nunca mostró gestos de miedo y alerta, y el premio al asalto es el 3-1, para cobijarse ahora en el Estadio Azteca.

Monterrey dejó con vida a un adversario reprogramado, especialmente en el plano emocional. Pablo Repetto no pudo imponer un estilo de juego, pero sí un estilo de comportamiento. Pachuca lo sufrió. Un partido jugado en el espejo y ante el espejo. Geppetto y sus Pinochos santistas sentenciaron al campeón, y este miércoles por la noche obligaron a que la constelación de Vucetich sufriera el partido con diez hombres en el fondo la mayor parte del tiempo.

Ahí el contraste. América y Rayados duermen en camas separadas. ¿Cómo se puede ser más audaz con un equipo inferior en nómina y obviamente en relevos desde la banca? Fernando Ortiz voltea a la cueva y ve a tipos caducos: Roger Martínez, Néstor Araujo, Jonathan dos Santos, Pedro Aquino, y sin olvidar que en la nómina tiene al velocista del desperdicio y tiktokero como lo es Jürgen Damm.

Vucetich tiene la mejor nómina del futbol mexicano. Muy probablemente una de las mejores nóminas del Continente Americano. Y, sin embargo, arredra, se asusta, ante el equipo que clasificó en el sitio 13, y que por un parche en el reglamento se agregó al Repechaje. En la banca aparecen relevos como Rodrigo Aguirre, Jordi Cortizo, Duván Vergara y hasta seleccionados nacionales de sus países como Sebastián Vegas y Joao Rojas.

Uno con menos, se atreve a más; otro con más, se atreve a menos. Uno con menos, tiene más posibilidades de llegar a Semifinales; otro, con más, tiene menos probabilidades si mantiene ese pudor temeroso ante Santos. Porque a Fernando Ortiz le levantaron la canasta y compran lo que pueden, que es muy poco y a veces equivocado, como los casos de Jonathan, Araujo y Damm, y aún la duda sobre Brian Rodríguez. Y porque a Vucetich le compran lo que quiere.

En esa cartografía, accidentada y peligrosa que es la lógica dentro del futbol, ciertamente América y Rayados deben estar en Semifinales, y muy probablemente se encuentren en la Final. Llegando por métodos y caminos distintos, ambos respetando su ADN. América, ese, el del #ÓdiameMás. Y Rayados su propio ADN, ese, el de sólo satisfacer a su tribu, una circunscripción tan marcada, pequeña, y limítrofe estrictamente con la indiferencia absoluta de los otros 17 clubes y las otras 17 aficiones.

Ciertamente el aficionado puede elegir entre el conformismo y la exigencia. Es su derecho, pero, seguramente, para el seguidor de Rayados debe haber expresiones recientes más intensas y poderosas que la que hoy observa, bostezando, con todo y que su equipo ejerza el liderato, aunque no el liderazgo de la Liga Mx.

Por ejemplo, la versión de aquellos Rayados de Monterrey en la Semifinal del Mundial de Clubes, ante el Líverpool, debe ser seguramente la expresión más vibrante y exaltadora de los últimos años. Sin duda, esa exhibición, cierto, funesta en el marcador, ha sido la más memorable de un equipo mexicano en esta competencia, muy superior a la de un Tigres que elige morirse de nada ante el Bayern Múnich, casi un suicidio con tintes de eutanasia.

Con semejante plantel como el que hoy dispone, y con esa carga e inteligencia emocional de ese partido ante Líverpool, no habría ninguna duda, ningún remilgo para sustentar a Monterrey como el gran favorito. Pero, esta versión deja incertidumbre todavía, porque no es, además, una expresión colectiva, sino que los resultados para colocarlo de líder general llegaron estrictamente por explosiones individuales de la enorme riqueza de talento que hay en la nómina.

Recuérdese que Rayados regresó del Mundial de Clubes y se coronó campeón ante el América, aunque es imposible olvidar la forma aviesa y sospechosa en que César R. Palazuelos dejó de marcar un claro penalti contra Monterrey.

Por eso, la referencia de que América y Rayados duermen en camas separadas. Y en la ociosidad de los hubiera, sería interesante imaginarse lo que podría hacer El Tano Ortiz con un plantel sin avería alguna, como el de Rayados, y que haría Vucetich con la nómina de El Nido, obligado a mantener a Miguel Layún y Sebastián Cáceres, y volteando a una banca donde hay más material para el vertedero tóxico que para la ilusión.

Será por eso, porque en Coapa duermen en catres que recuerdan la urgencia del estoicismo y el sacrificio, y porque en El Barrial reposan en camas Gran Vividus de Hästens. Los primeros rechinan, los segundos garantizan el sueño eterno.